Dos bobos de piscina

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Finalmente la policía ha encontrado a un par de morlacos sin cabeza que con su testuz de intolerancia le dieron varias ostias a una pareja de gays en la piscina de La Elipa, y todo por el pecado nefando de ser “maricones”, cosa grave para ellos que no podían resistir la presencia de unas locas en “su” piscina y se tomaron la justicia por el puño; sangre y asco dejaron después de su estúpida acción. Uno es menor de edad, los dos son gitanos, me da igual que sean payos, la intolerancia no entiende de fronteras genéticas.

No sé qué pena se les puede poner a estos dos agresores, a dos bobos de piscina, macarras del far west, milhombres, chiquilicuatres, mentecatos de jardín, babosos de agua dulce. Quizá la peor condena sea que algún día tengan entendimiento suficiente como para darse cuenta de que han hecho el cenutrio al agredir a una pareja que se besaba, pero que a ellos les debió parecer de mal gusto. Delito que podemos comparar con arrancarle una mano a La Cibeles, dos que se aman son una estatua y los que miran deberían tener la misma prudencia que quienes pasean por el centro histórico.

También me da igual que la pareja agredida fuera gay, no le resta ni le añade gravedad al asunto, lo asombroso es que un acto de amor pueda resultar espantoso a unos jóvenes. En el respeto a la diferencia y en la convivencia encontramos un espacio muy agradable para compartir, incluso debajo del agua.

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