Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
De vez en cuando, la guía telefónica del deportista nos ofrece nombres singulares, por ejemplo George Hincapié, (hincapié es un nombre pelotudo para un ciclista, es como llamarse Justo siendo notario).
El ciclista nació con el apellido puesto, pero es Zidane el que se lo ha trabajado más que nadie, él es más hincapié que todo el pelotón del Tour cuesta arriba con la lengua fuera. Suda como un obrero y cumple con su obligación de una forma magistral, es de las pocas personas que a su trabajo le saca rentabilidad emotiva: le gusta y disfruta.
Es posible que el realizador de televisión se vuelque más con él, e incida en su esfuerzo físico, a Beckham le hemos visto con menos chorros de sudor por la cara. Apenas nos dejaron ver sus lágrimas de delegado de curso en la Universidad de Eaton cuando tuvo que dimitir de su puesto de capitán. Un llanto monjil y callado. En cambio todo el mundo pensaba que Zidane ya empezaba el torneo dimitido, en su caso era algo peor que falta de respeto a las canas (que no existen), sino un ninguneo galáctico. Prueba de su talento infinito es que se va a retirar lo más alto posible y en un momento de forma extraordinaria; físicamente está para que le hagan protagonista de un videojuego.
Esta mañana, mientras el ex capitán inglés y la selección completa de Brasil se preocupan por encontrar una aceituna redonda para el Martini, Zizou se habrá hecho una tabla de abdominales y otra tanda de estiramientos. Su cuerpo es una máquina que podría competir con los monoplazas de la F-1.
El abuelo tiene cuerda para rato, es Harry Poter sin sombrero pero con poderes mágicos y un punto borde que le da aspecto distante que también pudiera ser de venganza contra quienes le dieron el carnet de yayo de oro antes de tiempo.
Es de campo y con todas sus virtudes se le nota, no parece que lea a Sun Tzu como confiesa Scolari, (según parece, se mete una dosis de El arte de la guerra que tiene locos a sus jugadores).Hablar en parábola china en un vestuario luce más que jalear a lo Camacho porque al final los jugadores salen igual de confusos pero mucho más ilustrados y presentan una batalla difícil al adversario. Zidane habla el lenguaje de los campos de trigo: si hay sol me extiendo y si llega el mal tiempo me recojo. Siempre se dijo que de los humildes era el reino de los cielos.
Llegue a la final, o no, nadie le puede discutir haber sido el jugador más rentable del Mundial. Muchos creían que viajaba a Alemania para disfrutar de unas vacaciones pagadas y contar batallitas, en el guión de esta comedia pelotera tenía escritas tres frases y desaparición en los primeros capítulos.
Ahora los guionistas tratan de reconvertir los textos que le tocaban a Ronaldinho o a Luis Aragonés. Zidane-Hincapié es tan regular como Sean Connery, sus pases cruzan en diagonal las televisiones gigantes de plasma. Chuta de tal forma que no parecen patadas.
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Etiquetas: deportes opinión, el mundo