Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
En el año 1085 y después de pegarle mandoblazos a las tropas musulmanas, el rey castellano Alfonso VI conquistaba la ciudad de Toledo. La noticia causó conmoción al resto del mundo conocido porque se trataba de la caída de una ciudad que había sido santo y seña de musulmanes desde la conquista de Tarik. La descomposición de la moral, (y de otras vísceras) fue tan grande que los reyes de taifas de Sevilla, Granada y Badajoz tuvieron que pedir ayuda a Ysuf Ibn Tashfin, un almorávide de muy mal perder y de espada vigorosa.
Siglos después el Partido Popular envía una misión encabezada por María Dolores de Cospedal, hasta hace días consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid. Sirva el dato histórico para situar la batalla en el lugar de su debida importancia, Toledo siempre ha sido capital de merecida referencia, (aún en los reinos de Taifas).
Cospedal es una joven promesa de la derecha española, funcionaria de alto nivel, experimentada en diversos puestos de responsabilidad y todo un carácter. Acierta su partido con el nombramiento, ahora tendrá que dotarla de protección para enfrentarse a los socialistas que defienden la otrora capital del imperio visigodo.
Hasta el momento los intentos populares han sido infructuosos. El último fue un episodio insólito: enviar a Adolfo Suárez Yllana a la conquista del reino (entonces de Bono), y el chico se tomó la política como una novillada y le salió falta de casta y con faenas que no transmitían el público.
A Esperanza Aguirre le gustaría, y así lo ha dicho, que hubiera otra mujer que presidiera una comunidad autónoma, y a ser posible amiga. El eje Toledo-Madrid tiene una importancia vital para entender la política española, los debates periféricos nos han hurtado la mirada interior. Alfonso VI tampoco lo consiguió a la primera, bien es verdad que a él nadie le apremiaba a la victoria so pena de quitarle el reino.
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