Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Cada año la revista Forbes publica un ranking de los más ricos, es una relación de la vanidad en estado puro, se trata de fortunas inalcanzables. Lo de menos es saber cuánta plata atesoran, sería como conocer la distancia que nos separa de la Luna, es suficiente con mirar por la ventana y comprobar que está lejos y por el momento inalcanzable para el hombre común. El primero de todos ellos es el rey de Arabia Saudí, detrás de Abdulá vienen el sultán de Brunei y el presidente de los Emiratos Arabes Unidos. El sindicato del turbante se completa con un jeque jalifa que mira con los ojos del león saciado porque todo lo alcanza: comida, sexo, lujo y peloteo cortesano.
En el top 10 también aparecen el príncipe de Liechtenstein, (un país cuyo estadio más grande es de fútbol sala), las reinas de Inglaterra y de Holanda y Alberto de Mónaco que también vive como una reina. Para que luego digan que la monarquía nunca fue un buen negocio. Según Forbes, Isabel II ha descendido unos cuantos peldaños, y eso que ella siempre fue de poco gastar y de tardecitas de parchís en la mesa de camilla de faldones de terciopelo. La novedad es que aparece Fidel Castro en el noveno puesto, rápidamente la cancillería cubana ha reaccionado con la promesa de querellarse contra todo aquel que ose sostener tamaña falacia. Cuesta creer que el comandante, de permanente verde oliva y de guayabera los domingos, atesore una fortuna incalculable. Los del turbante y los coronados tienen sus gastos, (a Alberto de Mónaco se le va una hijuela en colonia para hombres), pero ¿en qué se puede gastar Fidel 900 millones de dólares, si además no cree en el más allá? Y lo que es peor: si en Cuba no puede pulirse esa cantidad porque no hay dónde.
El Loco le preguntó a Carmen Martínez-Bordiú dónde estaba la fortuna de los Franco y ella respondió: «¿eso, dónde?» La nieta recordaba entrañables tardes con el abuelo viendo la tele y quizá comiendo pipas. Franco no fue un hombre rico, otra cosa es que ejerciera de dictador en un país de pobres hasta bien avanzada la década de los 50. Pero sus formas eran de militar austero que jugaba a las quinielas para ver si le tocaba un pellizquito.
Bill Gates asegura que el dinero es de las peores cosas que pueden ocurrir pero los 10 más ricos del mundo no son como él, tienen de filántropos lo que el conde Drácula de vegetariano. Dicho sea para despertar del sueño a quienes piensen que con una vida honrada llegarán lejos, está visto que o tu abuelo sangraba petróleo o paseaba en carroza imperial, de otra manera es imposible. El rico avaricioso se gasta en una noche de casino la deuda del Tercer Mundo y todavía se levanta al día siguiente sin recordar qué pasó. Amnesia de liquidez ilimitada le llaman.
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