Humor amarillo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El alcalde de Londres, Ken Livingstone, afirma que ni él (ni ningún otro miembro de la familia tira) de la cadena del wáter, desde hace quince meses. Por lo tanto la casa de Livingstone debe oler a tigre desde el paso de Calais.
La idea de macerar la micción en su propio jugo está basada en la campaña de ahorrar agua, porque los ingleses derrochan más agua que alemanes y franceses. Cuenta Livingstone, en ?The Independent?, que en casa sólo tiran de la cadena cuando obran con esfuerzo, por lo tanto es la misma hez la que rebaña lo adherido a la loza (el relato es bastante asqueroso pero verdadero), y al descender hacia su escape natural va dotando al baño de un colorido singular, parecido al pladur o pintura al temple y de un mal olor insoportable. Imaginemos que los compañeros de colegio de sus hijos no hayan leído el periódico para evitar guasas innecesarias.
Si no fuera por la excusa de la sequía podríamos decir que Livingstone es un guarro, un cochino y un tipo que tiene a su familia secuestrada por culpa de sus manías de ahorrador de cisternas. De aplicarse esas medidas a otras latitudes más secas, como la nuestra, en Sevilla deberían prohibir que los peces naden en agua dulce y que pasen a compartir la jaula con los canarios.
El tiempo dirá si la propuesta escatológica del alcalde de Londres ha sido acertada, o si por el contrario acabó encerrado en un frenopático de las afueras de la ciudad donde había otra gente igual, o peor, que él.

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