Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Por favor si hay alguien que esté haciendo una lista de a los que no les gustan los mítines espectáculo, que me apunte. Nunca he sabido qué tiene que ver la samba con el mensaje como ha pasado este fin de semana en Vistalegre. Uno tiene la vieja idea, (muy vieja por lo que puedo comprobar) de que los mensajes se trabajan en silencio y se exponen con seriedad, pero está visto que los dos partidos mayoritarios están dispuestos a incluir al show-bussines como parte de su ideología. Si hace un par de meses vivimos el esperpento popular con presentador acelerado y converso, (aquel que decía “me llamo Miguel Angel, soy del PP, trabajo en televisión y soy normal”), el domingo tuvimos mitin interactivo con mulaterío a granel a la hora en la que se daban las matinales del extinto circo Price.

Simancas se vino arriba y lanzó un mensaje cargado de futuro, perfecto; ¿pero a cuenta de qué lo de las sotanas rancias? Que yo sepa Esperanza Aguirre no tiene un consejero de asuntos religiosos y tampoco obliga a nadie a ir a misa. Hay consignas que por ñoñas se vuelven cómicas. Saque usted una idea alternativa, muestre cuáles son sus poderes, pero no descalifique el adversario con frases hechas porque eso no es política sino malabarismo electoral.

Muy feliz estaba Zapatero también y muy confiado José Blanco con hacer “tripleta”: Gobierno, Comunidad y Ayuntamiento. Pero lo de sacar a Franco a estas alturas tampoco es de recibo porque no gobiernan los franquistas en la Comunidad de Madrid.

Uno tiene la impresión de que la izquierda antes, hasta no hace mucho, era otra cosa: compromiso, trabajo, seriedad. Muy alejada del espectáculo que vimos el domingo de sol y tormentas.
La política de declaraciones, la de consumo inmediato que es la que se lleva, perjudica siempre a la izquierda. Como sigan así Esperanza Aguirre tiene garantizados unos cuantos años más de comer churros en la Puerta del Sol.
Y las mulatas de vuelta en el avión a Brasil con un catarro cogido por la parte de la euforia, muslo arriba.

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Etiquetas: madridiario.es, opinion