‘No he madurado y no me importa’

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

«Trabajo mucho, lo que pasa es que trasciende poco» / «En Canal Nou hice un programa y como era interesante lo emitían a las dos de la mañana» / «Me sigo cabreando con las cosas que pasan y me indigno» / ¿Leo Bassi? «Me parece absurdo lo que hace: ¿es libertad de expresión o ganas de molestar?» / «Con la ‘prima-Vera’ me llevo de maravilla»

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RETRATO

Orígenes. «Madrid, ¿el año pá qué? (que sueñen)». Currículo. Con cinco años comenzó a bailar clásico, con 12 entró en la escuela del Teatro Independiente de Madrid y a los 15 debutó con El diario de Ana Frank. Rompedora, estrenó El adefesio, de Alberti, y obras de Fernando Arrabal. Musa en carne y hueso, voz atemperada y banderín de enganche de la causa del tabaco. Hasta de empresaria teatral resulta creíble. Aficiones. «Me gusta navegar y montar a caballo, pero me caí y le cogí miedo». Debilidades. «Viajar, que me gasto una pasta, comprar ropa y los chicos (risas)». Virtudes.«No soy hipócrita, y conservo una razonable dosis de rebeldía». Defectos.«Puedo ser persona de carácter».

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Victoria Vera está en la edad del COU, sigue siendo la chica guapa de la clase: con planta, desparpajo y unos vaqueros que sólo los venden si portas encima licencia de armas. «Me gusta Madrid, soy chamberilera, antes aparcaba donde me daba la gana y hoy me falta libertad». Es La Bella Dorotea de Miguel Mihura, en el Teatro Real Cinema.
Pregunta.- ¿Hace de usted?

Respuesta.- Alfredo Marquerie dijo que La Bella Dorotea se podía llamar muy bien Doña Quijota. Para Mihura era la historia romántica de una mujer decente.

P.- ¿Comparte esos valores?

R.- Me gusta el sentimiento de dignidad y honor que ha marcado la historia de este país y que ahora no existe. Manda más la indignidad.

P.- ¿Habita en el silencio?

R.- Trabajo mucho, lo que pasa es que trasciende poco. En Canal Nou hice un programa y como era interesante lo emitían a las dos de la mañana.

P.- ¿Era para insomnes?

R.- Pedía a autores españoles contemporáneos que escribieran comedias cortas con un conflicto y luego el asunto se discutía con los invitados.

P.- ¿Un programa sin escándalos?

R.- ¡Ni uno! El primer programa lo titulé: Calumnias, mentiras y sexo, para ver si picaban (risas).

P.- ¿Volvería a desnudarse como hizo en Ulises?

R.- No estaba completamente desnuda, llevaba un slip y unas cadenas aquello fue estupendo. Produjo una sensación de erotismo que no se logra en el teatro con frecuencia.

P.- ¿Fue el desnudo de la Transición?

R.- Tuvimos infinidad de problemas, nos amenazaron, nos mandaron bombas, yo tenía protección en la puerta.

P.- ¿Como Leo Basi?

R.- Me parece absurdo lo que él hace: ¿es libertad de expresión o son ganas de molestar? La gente tiene sus creencias y tenemos que respetarlas.

P.- ¿Tampoco dibujaría a Alá?

R.- No, si creen en su Mahoma ¿por qué no respetar lo que ellos piensan?

P.- ¿Por qué no respetan unos dibujos?

R.- Porque no jugamos al mismo nivel intelectual, es gente que acepta un dogma hasta la muerte. No tienen la ironía que manejamos en Europa.

P.- ¿Su cuerpo es una revolución?

R.- (Risas). Me sigo cabreando con las cosas que pasan y me indigno, síntoma de que no he madurado nada y no me importa.

P.- ¿Qué le escandaliza?

R.- El mal gusto, la gente que cuenta sus cosas en la televisión.No entiendo cómo, después de lo que se luchó por la Transición, hemos llegado a este desencuentro nacional.

P.- ¿Es mujer valiente?

R.- En el teatro lo bonito es el riesgo, cuando hice de empresaria con Lorenzaccio de Miset, ¡40 actores en escena!, yo tenía 24 años. Naturalmente me arruiné.

P.- ¿El teatro independiente era un rojerío absoluto?

R.- Total, muchísimo, todo y era en vena, pero entonces tenía sentido.

P.- ¿Es un «objeto claro del deseo»?

R.- ¡Ah, pues no lo sé! Una buena pregunta, pero mejor se la hago yo a usted.

P.- ¿Cuánto le debe a su voz?

R.- Ha ido evolucionando conmigo, al principio era más agua.José Luis Alonso, director de El adefesio, de Alberti, me gritó desde el patio de butacas que bajara la voz al vientre y afloró el tono que luego se instaló.

P.- ¿Sigue fumando?

R.- Sí, de vez en cuando.

P.- ¿Por fastidiar a Zapatero?

R.- Es porque no me gusta que me den órdenes (risas) Si Esperanza Aguirre deja fumar y Gallardón levanta los parquímetros

P.- ¿Usted también…?

R.- Es espantoso llegar a una zona, poner todos los números de la matrícula y cuando vuelves hay que cambiar el coche de sitio, es kafkiano.

P.- ¿No va en calesa?

R.- No, voy con mi coche, conduzco yo. En calesa va Gallardón (risas), por eso los parquímetros no le afectan.

P.- ¿Está por la rebelión?

R.- Creo en la sociedad civil, la única manera de que se arregle todo es que la sociedad proteste.

P.- ¿No podría ser político?

R.- Podía ser un político que dijera siempre la verdad, antes eran así.

P.- ¿Cuándo?

R.- En el principio de los siglos (risas).

P.- ¿Cómo mantiene su insolente independencia?

R.- Pues supongo que cayendo mal a mucha gente.

P.- ¿Qué será de mayor?

R.- En un par de años quiero dirigir teatro, que está dejado de la mano de Dios.

P.- ¿Cómo lo lleva con su prima-Vera?

R.- Con la prima-Vera me llevo maravillosamente, aunque me gusta más el otoño. Me ponen más las hojas que caen.

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