Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Franco, aquel hombre de voz de pato y mano firme que gobernó España durante miles de años (a juzgar por la herencia espiritual que nos dejó), nunca fue un artista. Pintaba florecitas tiernas y bodegones cursis para no quedarse dormido a la hora de la siesta, pero de ahí a ser académico de San Fernando hay un trecho. Pero nunca fueron paisajes del antiguo protectorado de Marruecos y mucho menos firmados con el seudónimo de Gironés, lo ha tenido que aclarar su nieta Carmen convertida en testigo de la Historia antes de que los cuadros salieran a pública subasta. La prueba del nueve es que si Franco hubiera sido pintor ya se habría ocupado el difunto marqués de Villaverde en vender sus lienzos, (dado su puesto como portavoz comercial de la familia). Lo mejor de este bulo informativo ha sido comprobar cómo todavía en llamado ?invicto? tiene relevancia en las noticias de hoy, y también cómo expertos en obras de arte opinaban acerca de la calidad de unos lienzos que resultaron falsos.
Se empieza a sospechar que cada día nos cuelan más noticias infectadas con el virus de la memez, (que es muy parecido al de la gripe aviaria pero en este caso no hace falta que uno sea pollo para resultar perjudicado). En apenas unos días de marzo nos han contado también que el monstruo del lago Ness era un elefante en pleno baño, como si en Escocia hubiera manadas de paquidermos pactando en las cunetas. Es como si una parte de nosotros tendiera a admitir todas las noticias que sean llamativas y extrañas; es más fácil creer en los marcianos que tener en consideración los trabajos de un científico que viva en nuestro rellano. Igual estos mecanismos los explican en el próximo congreso sobre el cerebro que se va a celebrar en Salamanca, un encuentro científico donde se mostrarán los planos del pensamiento, esos laberintos por los que circulan ideas felices y locuras solitarias. Bien está ser ingenuo para vivir en la inopia anestesiada pero otra cosa es resultar un pardillo de babilla.
Mientras más inocentes más manejables resultamos, esa es la tesis de William Blum, autor de un libro que causa estragos en Estados Unidos ?El Estado agresor?, donde se cuentan las manipulaciones que puede realizar un gobierno con ganas de vacilar a sus ciudadanos. Lejos de mi intención proyectar los conjuros del Pentágono sobre nuestras cabezas españolas, pero en algunas cosas somos corderillos enjaulados. Seres peculiares a los que nos manejan a base de encuestas de intención de voto y periodismo declarativo, mal asunto si tenemos en cuenta que ceder el pensamiento en manos ajenas es como prestarnos a ser figuritas de plastilina urbana. El Congreso sobre el cerebro es más apasionante que alcanzar la Luna.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion