Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La mayor parte de la gente se aburre y come pipas, cuando tienen acceso a las modernas tecnologías (como Internet), la mayor parte se sigue aburriendo igual pero las pipas las comparten con gente que está a dos días de Boeing. En Huesca se han dado cita los colegas que trabajan en la Red de Redes; para nuestro negociado Internet es una herramienta de primera magnitud pero tengamos en cuenta que no todos los que navegan son científicos o periodistas bienintencionados. No todo es transmitir cultura e información.Internet es también un patio de vecinas donde se escuchan voces a deshora, corren las ratas, huele a alcantarilla y a pis de gato. Por allí se leen cosas muy extrañas sin duda debidas a la acción de los virus (de los mentales que tiene el personal).Un insensato armado de un módem y un ratón es capaz de montar un parlamento virtual en el que se pasa la ética por la oquedad carnal. Los caballeros embozados han perdido su condición de hidalguía pero mantienen el anonimato. Cualquiera con dos cursos de redacción te clava una etiqueta en la espalda y luego huye web arriba como el mono que se sabe amenazado.
Cuenta el periodista italiano Pino Aprile en su libro Elogio del imbécil que «la unión no hace la fuerza sino la imbecilidad».No por ser más en la Red, ésta es mejor. Si uno abre el correo y se encuentra con el spam, correo basura que se remite de forma automática, podrá leer mensajes que se repiten con frecuencia, muchos muy bobos. Circula uno de alargamiento de pene a buen precio, asunto que me dejó de mosquear cuando descubrí que también le llegaba a mis amigas (no era nada personal por tanto). Internet es responsable también del pensamiento flojo, el absurdo. Si pudiéramos representar con vectores las ideas que dan vueltas a la tierra gracias a la Red, nos daríamos cuenta de que un gran pene espacial nos circunda en una lenta pero continua órbita, y cada vez que alguien abre el correo aterriza en su pantalla.A su lado otros mensajes igual de apócrifos como una supuesta carta de despedida de Gabriel García Márquez, misiva que el escritor colombiano ha desmentido en innumerables ocasiones, pero la estupidez va en moto mientras que la razón aún camina a pie. Eso sin contar las supuestas poesías atribuidas a desconocidos genios orientales que jamás existieron y que son obras de adolescentes con ganas de diversión. Poesías que la gente imprime, subraya y adopta como credo para ir en metro.
Cuando alguien no tiene nada que hacer lo convierte en un documento de power-point con muchas pantallas, colorines, descargas de gráficos y musiquita. En los chat es posible que debido a la lentitud de algunas líneas uno se esté carteando con difuntos que escribieron su adiós en diferido. A lo que uno lee debe pedirle antes que enseñe la patita por debajo del teclado.
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