Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Los ex directivos de Florentino Pérez, (en adelante Don Dimisión), echan las muelas por el hueco de la campanilla, nadie esperaba la salida de pata de banco. De todas las formas que existen para abandonar un barco él ha elegido la más drástica: nunca se había visto a nadie que se tirara sólo a los tiburones cantando un aria de Ópera.
Jose María García reapareció en el chat de El Mundo hace dos semanas y dijo que a él se lo había llevado por delante Florentino, y a su vez que al presidente del Real Madrid se lo llevaría por delante su ego, y tal cuál ha sido. García ha ejercido de pitoniso una vez más. Lo que fracasa es un directivo y una forma de entender el negocio del fútbol, es el adiós a las estrellas y a la alegría del cheque abultado y lleno de ceros.
A los jugadores les ha llamado niños caprichosos y ellos se lo han tomado con dos días de luto en las tiendas de Serrano, por lo tanto mañana volverán a quemar caucho de Ferrari como si tal cosa. Quizá la peor noticia sea para el palco y para Mallorca que se encargaba de llevar unas banderillas con tomate, queso fresco y membrillo. Volvemos a los tiempos heroicos del bocadillo de calamares y la cerveza a morro.
Cuentan los ex amigos de Florentino que no ha tenido narices de asistir a la debacle y que igual el sábado el Atlético de Madrid les come la merienda. Mientras se prepara la sucesión que se presenta cainita y alborotada, la emoción se traslada del césped a los despachos. Todavía hay Liga para rato.
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