Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado amigo oriental: enhorabuena porque entra el Año del Perro en un día de lobos y se marcha el Gallo al que culpan en China de la gripe aviar; dicen los expertos en horóscopo amarillo que comienza un período más feliz para el hombre. Y nunca mejor dicho el hombre, porque al año que vence le llamaron también el de las viudas, por lo tanto si usted contrajo nupcias en los últimos doce meses no estaría mal que se diera una vuelta por el ambulatorio para comprobar cómo lleva el colesterol y qué es esa tos tan extraña. Desde el punto de vista antropológico el gallo es más antipático, en cambio el perro es capaz de tener amigos y de salir en pandilla por la calle; para ser humano sólo le falta tomar vermouth de grifo. La imagen de un gallo con monóculo es la de un gilipuertas emérito en trance de dar una conferencia.
Cuentan que la fiesta es por todo lo alto y que de petaldos (y petaldas también del petardeo carnal) vais sobrados, por lo tanto que no se extrañe el personal no conocedor de vuestras tradiciones si escuchan algo parecido a la batalla de Verdún, o a catorce mascletás metidas dentro de una lata de fabada. Está previsto que suene hasta mover las agujas del observatorio sísmico de Estocolmo. Evaluar el jolgorio chino es muy difícil, técnicamente se conoce a la fiesta de fin de año como la mundial; por pólvora y cohetes que no quede, cuantos más sordos más felices. Recuerdan esos eventos al chiste de Gila cuando el farmacéutico se quejaba porque le habían reventado el tímpano a su hijo: «¡me lo habéis matado, pero hay que ver lo que me he reído!». Cada fiesta tiene sus ventajas y sus inconvenientes: por un lado es una gran juerga pero por otro os quedáis sin ver el tanga de Anne Igartiburu, que no hace giras sino que asoma una vez al año en la Puerta del Sol como anuncio subliminal de las playas del Caribe.
El Real Madrid también va a aparecer, Florentino se ha dado cuenta del potencial amarillo y de que sus jugadores son ídolos al otro lado de la Gran Muralla. Si hay algo global es el fútbol y la mitomanía, a esos efectos no hay color. Es posible que el Madrid Arena se quede corto para 10.000 personas, vuestra presencia en la ciudad es cada vez más numerosa, un barrio no es tal hasta que no tiene un bazar chino y un restaurante con dragón en la puerta. Que los jiaozi os sienten bien como por aquí nos damos a las uvas, lo demás viene sólo porque en vuestra fiesta hay dos cosas imposibles: no pasarlo bien y escuchar el sonido del móvil.
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