Diógenes

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una casa arde en Vallecas porque un tipo acumula basura hasta que revienta, luego viene la chispa y así hasta que llega el camión de bomberos haciendo la calle de lado a lado con su espectacular sonido de platillo volante. El portavoz dice que se trata de una persona que acaparaba muchos objetos porque “era víctima del síndrome de Diógenes”. Hemos llegado a la sociedad de la etiqueta donde para cada cosa tenemos un nombre.
Ese mal lleva la marca de aquel griego discípulo de Anaxímenes y al que se refirió Aristóteles como ejemplo de pensador austero. Diógenes de Sínope fue partidario de la forma de vida espartana pero al tiempo rica en pensamiento. Jamás le habría dado por coleccionar miserias en un piso, pero le ha tocado llevar la carga de la fama negativa porque a alguien se le ocurrió rescatar su nombre allá por los años sesenta.

Diógenes de papel hay miles, pero de ideas brillantes pocos. Acumular talento además de no ser peligroso resulta muy recomendable.

Madrid tiene patologías, síndromes y también gente muy hermosa, la verdadera filosofía consiste en saber elegir bien el lado de la calle por el que se camina. Un camino lleva al fuego y otro a la sabiduría, el que equivoque la dirección pierde y sale ardiendo.

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