Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Zapatero en un colegio de Jaén es una venganza de su asesor de imagen, lidiar con niños tiene mucho peligro, aunque es peor el hogar del pensionista porque tienen más tiempo para ensayar los golpes con bastón moviéndolo como una katana japonesa. En un colegio de Florida hay una memorable foto de Bush con un libro abierto boca abajo, será porque le gusta empezar las historias por el final.
Una vez me contó José Luis Perales que en sus actuaciones terminaba con el tema «que canten los niños» y los hacía subir al escenario; como acto simpático encaramaba a uno de ellos al taburete para cantar el estribillo. En cierta ocasión y cegado por los focos intentaba alzar a uno mientras el público en vez de cantar se desternillaba de risa, al agachar la cabeza lo comprendió: había cogido a un enano con voz de aguardiente acostumbrado a llamar a Dios de tú. A ZP le ha pasado lo mismo, le ha preguntado el enano faltón, el que quería saber lo que haría al dejar La Moncloa y preguntaba con saña. Según nuestro presidente pescaré truchas y guardaré silencio, versión talante del coser y callar.
Pescar truchas siempre ha sido muy aristocrático, Cascos era un experto en el sedal, todos los años nos obsequiaba con la foto de los pies metidos en el río; la pose marcial era la misma, lo que iban cambiando eran los niños y las novias. El río es siempre metáfora socorrida desde Heráclito que lo resumió en el todo fluye, y los presidentes tienen que buscar una salida airosa a su futuro que no puede admitirse amuermado y gris sostenido.Claro que con la juventud de Zapatero y en el caso de que dejara pronto La Moncloa le iba a entrar un reuma superior, todavía es muy joven para meterse en el río.
Por si acaso y ya que es deseo del señorito, en Patrimonio Nacional han tomado nota, se va a crear el cuerpo de domadores de carpas que se encargarán de enseñarles a abrir la boca y a picar con nobleza cuando toque, unas carpas bravas que serán fiel copia de los toros del Conde de la Maza.
Este cuerpo tiene una larga tradición en España, son herederos de los doma-ciervos que le ponían al Invicto la caza a huevo, los que salían poco heridos se lanzaban contra una roca para completar el suicidio patriótico, los mismos que enseñaban a las tórtolas de Alfonso XIII, los palomos a Felipe El Hermoso y así hasta remontarnos a los suevos, (hasta los mismos suevos).
El presidente podía haber dicho cualquier otra cosa, quizá que se iba a dedicar al bricolage del hogar o a mejorar su inglés para el día que llamen de Washington, en cambio le quedó una salida egregia y aristocrática ante el enano preguntón. Eso en el caso de que en España queden ríos para entonces y a Zapatero ganas de mojarse.
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