Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
De repente al estamento militar le ha entrado una necesidad perentoria de pasarse a las letras, (que siempre es mejor que pasar por las armas), pero no es asonada sino brabuconada. Y Bono tiene que salir a los medios a templar al personal caqui antes de que se le alteren mucho.
El último hasta la hora de firmar esta crónica, es un capitán del Tercio que tenía la intención de presentarse con su compañía, (cabra incluida), en Madrid. Menos mal que prefirió aparecer en las páginas de un diario de Melilla en la sección de cartas al director. Bono le sanciona con unos días de arresto por alteración del orden militar, pero también le podía poner una multa por redactar mal. A la Patria se le debe poner buena letra y no usar su nombre en vano, que suena a Bono.
Al militar no le gusta la España en la que vive, lo cuál es ciertamente triste porque no tenemos otra. Desde luego que con su compañía, y la cabra, podía haberse plantado en Madrid, pero ¿y si el capitán del barco que les llevaría a Málaga fuera gay?, ¿y la naviera catalana?, ¿y la taquillera prima del benemérito que antes fue gavilán y hoy es paloma gracias a un cambio de sexo?
La misión de Bono es conseguir que el Ejército mejore la letra y profundice en el espíritu civil, no tanto para ganar concursos literarios sino para avanzar en un proyecto común y sin miedo.
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Etiquetas: el boletín, opinion