Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado alumno del colegio público Enrique Tierno Galván: esto de ir al colegio como Miguel Strogoff viajaba por la estepa siberiana no es serio, y que la primera lección sea que en invierno se hiela la punta de la nariz tampoco. Unos por otros y el colegio sin calefacción; ahora entenderán los abuelos por qué el niño estaba tan interesado en ver al hombre del tiempo en la televisión: en cuanto aparece una borrasca por las Azores ya os teméis lo peor. Tener por maestro a un muñeco de nieve y por compañero de pupitre al oso de Santa Lucía no es de recibo. Parece que os han escogido como extras de Cuéntame; ya sólo falta para regresar a aquellos tiempos de gimnasia sueca y Formación del Espíritu Nacional que os pongan el retrato del bajito llamado el invicto (os aseguro que su cara de mala leche servía para calentar un aula).
Catalítica en pleno siglo XXI, gorritos, guantes y forro polar para ir a la escuela: ¡tiempos modernos! Y encima vuestro colegio lleva el nombre de Enrique Tierno, el viejo profesor, que justo hoy hace veinte años se despidió de este mundo con aquella expresión: Dios no abandona nunca a un buen marxista. Tierno estaba convencido de que la instrucción hacía a las personas buenas, justas y benéficas como pensaron otros en Cádiz hace muchos, muchos años. El debate no es escuela religiosa, laica, internado o mediopensionista, ¡antes escuela con calefacción, por humanidad! Un colegio donde no haya estalactitas en los pasillos y se pueda entrar en el retrete sin asociarlo a las cámaras frigoríficas de Mercamadrid.
Para la autoridad pertinente vuestro problema remitirá con el tiempo, en cuanto vuelvan las oscuras golondrinas. Sólo se me ocurre que en lugar de mandar cartas de protestas enviéis cajas con los kleenex usados durante el invierno, a modo de prueba testimonial. Algo parecido le ocurrió a Napoleón y se tuvo que dar la vuelta antes de llegar a Moscú, (cuando el frío aprieta hasta los emperadores se arrugan). Apuesto mi reino contra tu colección de fotos de Anne Igartiburu a que cuando llegue la primavera y el frío haya remitido, una amplia caravana de coches tintados y escoltas con traje azul, llegará con los políticos.Entonces, cuando no haga frío y broten las amapolas, dirán: ¡queda inaugurada la calefacción! de manera solemne. Bien pensado, amigo, en un mismo curso habrás conocido el ecosistema de Alaska y el de Río de Janeiro, porque una vez que pongan la calefacción no os la quitan hasta pasada la Virgen de agosto ¿aceptas la apuesta?
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