Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimada señora Esteban: reciba un cordial abrazo y el cariño ciudadano que cubra el silencio municipal del Ayuntamiento de Galapagar; cuando las cosas se ponen difíciles el apoyo suele venir de los vecinos, pero no se preocupe porque ya se acordarán de usted cuando vayan a hacer un mitin. Después de conocer el relato de la brutal agresión a la que fueron sometidos en su domicilio no quedan palabras, en todo caso serían útiles aquellas que dan calor y funcionan como una manta y humean a caldo caliente.Sorprende la rectitud en el trazo y la serenidad con la que está redactada su carta; los canallas que fueron de visita no consiguieron robarle el sentido del honor ni la verticalidad del concepto.A los efectos, que fueran «de algún país del Este» tiene escasa relevancia, también aquí tenemos cenutrios autóctonos con mucho peligro, el bárbaro no tiene patria ni lengua tan sólo se disfraza con pasamontañas para cubrir su cabeza hueca de interés.
Valiente fue su reacción a la hora de proteger a su hija que estaba en el baño para transmitirle serenidad en un momento de angustia. Dice que ella se desconectó en silencio, «con esa forma de sentir el terror que tienen los niños». La naturaleza es sabia y manda plegarse cuando la agresión es inminente, del silencio de su hija tenemos mucho que aprender porque es una pomada para el dolor del recuerdo. El otro, el físico, tardará más tiempo en desaparecer y cuando cedan los moratones es posible que aparezcan las heridas de la mente (las pesadillas son un laberinto donde sopla el viento). No hay forma de compensarle el susto, ni aunque los chorizos estuvieran en condiciones de pagarle una fortuna podrían tapar la herida; le han atacado en su espacio más íntimo y en un momento privado. Supongo que le habrán colocado una alarma de las que aúllan como lobos cuando ven acercarse al lobo, y que el operario que la instaló le ha narrado historias peores o parecidas a la suya. Lo triste es que una ciudadanía para sentirse libre tenga que vivir blindada; por ahí vamos por mal camino.
No pierda la fe en usted misma señora Esteban, habida cuenta del caso que le han hecho las autoridades locales. Vuelva esta noche a contar el cuento que se quedó a medias, échele agua por encima de la cabeza a su hija mientras piensa que la convivencia como las plantas también se riega con mano prudente. No pierda la fortaleza emocional que se refleja en la carta para que siempre ganen los cabritillos al lobo malvado.
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