Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Lara (padre) inventó un premio literario que era el Gordo de Navidad adelantado. En aquellos tiempos del hambre todos los escritores soñaban con un pollo asado, como Carpanta cuando se ponía a filosofar. Luego el premio cayó en la decadencia del famoso y últimamente ni eso; este año han galardonado a una chica monísima que va a quedar divina en los platós de la tele.
Se quejaba Juan Marsé porque una cosa es la literatura, la capacidad de dar vida a la inventiva, y otra la vida literaria que sería pensar que uno vive en una buhardilla que da a Monmatre. Ese tipo de vida literaria es tan insustancial como escribir con pluma de arcángel, la letra que no viene del desgarro y la penuria no tiene valor alguno. Puestos así podían premiar también al del manual de instrucciones de los videos SONY, a fin de cuentas debe ser de los autores más leídos después del negro que inventó la frase del metro: ?antes de entrar dejen salir?.
El Planeta es un pastón pero ahora no saca a nadie de las lentejas, todos los finalistas tienen sastre propio y residencia de verano. La incertidumbre de cada año está en saber si le van a dar el premio al padre Apeles o a Terelu, a Koto Matamoros o a un novio de Karina. Luego, viene la parte menos importante: el libro, pero eso a la gente le interesa menos porque Planeta encuaderna ilusiones no textos de futuro. Y por eso la voz de Marsé ha quedado como la de un extraterrestre en una conferencia sobre el gótico flamígero. En plan orteguiano: ?no es eso, no es eso?.
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