Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado concejal… Pedro Calvo: discutir si el camino de Valdemingómez que lleva al vertedero es carretera, vía, cañada, calzada o ruta alternativa es lo de menos cuando todavía hay un cuerpo caliente. Lo cierto es que es un lugar peligroso que en un año se ha cobrado la sangre de dos niños; la última víctima fue una chiquilla a la que la muerte le llegó por la espalda de manera cobarde y anónima. El autor ni siquiera tuvo la humanidad de echar el freno de mano y preguntar por ella; en la jungla del asfalto es posible que se cometan canalladas sin acuse de recibo. Hay un problema de seguridad en Madrid, un agujero negro en la galaxia urbana al que habrá que investigar, no vaya a crecer y engullir a más gente. Todas las calles deberían tener el mismo tratamiento y no temer más por la integridad cuando se transita por barrios periféricos.
El camino es una ciénaga que recuerda aquellos tiempos jurásicos en los que Madrid era un terreno dominado por el barro y los grandes reptiles, un lugar fuera del progreso, alejado de la ley y de la mano de Dios. Cualquiera que pase por allí sabe que lo hace por el lado oscuro, como el que se aventura a cruzar las praderas del infierno; ni siquiera los ángeles de la guarda se atreven a velar por los caminantes. No haría falta cambiar mucho el aspecto para que Clint Eastwood pudiera rodar una película del Oeste, balas de polvo en verano y charcos en invierno. Se impone una vigilancia policial para que la carretera de Valdemingómez deje de ser el camino del terror. Vigilancia frente a la delincuencia criminal capaz de arrojar el cadáver de una niña a la cuneta sin detener su marcha. Verónica era demasiado joven para creer que el jueves iba a ser su última noche, pero tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino de un loco (las leyes de la física siempre se ponen de parte de quien tiene la fuerza; la niña voló sin saber dónde iba a parar). De nuevo indignación y sangre infantil en las calles de la ciudad.
Sus padres buscan al autor, la policía investiga las pistas, el resto de los ciudadanos lamentamos su muerte porque todas las calles son la nuestra, todos vamos en la misma dirección cuando la muerte nos persigue por la nuca. En sus manos tiene, concejal, la capacidad de evitar que volvamos a hablar de la carretera de Valdemingómez como lugar de espantos. Una seguridad eficaz es la que cubre el riesgo de todos los ciudadanos. Usted que puede garantice que la calle sea de todos y coja al tipo que conducía la furgoneta para que otras «Verónicas» caminen tranquilas
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