Eso sí que es vida, Esperanza

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado consejero de Empleo y Mujer: así se habla. Olé sus principios.Ya era hora. Repiquen las campanas, fetén-fetén; ha llegado el momento de quitarle unos kilos a la bola de hierro que arrastramos en el tobillo todos los trabajadores, un alivio si tenemos en cuenta que tiramos de ella desde que Adán pecó. Eso de ganarle motitas de polvo al reloj de arena para aprovechar el tiempo libre sí que es una conquista social de primer orden. No está mal que la autoridad competente se dé por enterada de algo que era muy comentado en la calle: la vida comienza tras los muros de la oficina. Bien está lo de la productividad y la obligación en contribuir al engrandecimiento de las empresas, pero también los empleados tienen derecho a disfrutar de su vida familiar.Ha llegado el momento de que el empresario descorra la cortina del engaño y se dé cuenta de que fuera del trabajo hay vida inteligente.
Sugiero para el anuncio que hagan ustedes que pongan de fondo la canción de Antonio Molina: soy un pobre presidiario, seguro que ilustra las imágenes y orienta mejor el mensaje. Es una gran idea concentrar la jornada en las horas productivas y no incluir las comidas, descansos, tentempiés y meriendas. En las llamadas comidas de trabajo se pierden varias vidas, y nunca son ni lo uno ni lo otro: ni se come bien, ni se trabaja un pimiento. Más bien al contrario, son la madre de todos los vicios y la principal causa de dolores abdominales y cagaleras de trompetilla. La productividad mal entendida nos lleva a la perversión de tomar a las personas como piezas en la cadena de producción: cuando se cansan se sustituyen por otras nuevas. Muy al contrario, la persona que ha descansado rinde mejor salvo, insisto, que se busque rodamientos y no personas.Conste que todavía hay muchos trabajos de producción industrial en los que los empleados tienen que pedir turno para ir al cuarto de baño, no sea que con su actitud alocada se estropee el empaquetado de galletas. Metáfora perversa del beneficio mal entendido.

La presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, ha pedido a Juan José Güemes, su consejero de Empleo y Mujer, que empiece a desmontar el mecano de la sinrazón, aquello de camina o revienta, trabaja o fenece, curra sin beber agua. Pensemos que se trata de una partida de ajedrez y estamos en el primer movimiento, no olviden que el empresario mueve blancas y a los demás nos ha dejado las negras. Será largo y costoso, habrá que imaginar soluciones alternativas, avances prodigiosos. Lo cierto es que el primer paso ya está dado.

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