Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Partamos de un hecho objetivo: Estudiantes es el mejor club de baloncesto de España, pero admitamos que algunos, a riesgo de perder el paraíso, quieran buscar acomodo en otros equipos. Desde que un primo de Adán lanzó un hueso de mamut a lo alto de un nido y dio origen al baloncesto, el trasvase de jugadores estudiantiles al Madrid ha sido largo, extenso, doloroso para el club pero también inagotable, constante, beneficioso para los jugadores y para las arcas estudiantiles. Recordemos que en uno de los momentos en los que el equipo estuvo peor, el Real Madrid compró a Alberto Herreros y aquel dinerito hizo milagros.
La última bronca está servida a cuenta de Carlos Jiménez, jugador señero del club de la calle de Serrano que quiere hacer mudanza a Chamartín. Lo curioso de este asunto es que un trabajador lo tiene complicado cuando se quiere marchar, es un pájaro en jaula de oro. No basta con su voluntad de salir, ni con sus buenas palabras. De repente el que había sido un santo y seña se convierte en un tipo extraño al que se le niega el pan y la sal, (esto es: su pasado y su valía). Retener a un trabajador contra su voluntad, además de un secuestro laboral, es una memez. Nadie le puede poner puertas al campo, si se quiere ir del equipo tarde o temprano lo hará. La diferencia está en los modos y en la forma de responder de la directiva. Una vez que las canciones de Joaquín Sabina nos tienen enseñado que no hay amor que 100 años dure, (todo lo más, 19 días y 500 noches), ni pasión que no se oxide como un muelle, deberíamos acostumbrarnos a que también los jugadores quieran cambiar de aires. La misión del aficionado es apoyar, la de la directiva defender un club y la del jugador velar por sus intereses: si cruzamos esos argumentos nos sale un batiburrillo insufrible. Ni los jugadores son forofos, ni los socios pueden llevar un club, ni su presidente actuar como un señorito de plantación.
Otra cosa sería poner un hierro candente a los jugadores en el glúteo con el escudo de cada entidad, pero no creo que estuvieran por la labor, más que nada por lo que escuece. Dice el presidente estudiantil, Fernando Bermúdez, que estudia romper relaciones diplomáticas con el Madrid. Sería curioso porque ahora con Ramón Calderón de presidente es cuando mejor han ido las relaciones; no se le conoce enemigo a Calderón, que es persona de temple y señor de palabra. En el pasado hubo razones para caminar en peregrinación con antorchas hasta la calle Concha Espina y liar una como en el final de Frankestein, pero si entonces no se hizo ¿por qué ahora?
El Estu es un club donde se forma la mejor cantera de España.El Madrid es otra cosa, galaxia aparte, juega la otra Liga. Carlos Jiménez quiere probarse vestido de blanco. ¿Quién lo impedirá? Igual que lo hicieron los hermanos Martín, Reyes, Antúnez, Orenga, etc Volvamos a la idea inicial: Estudiantes es el mejor club de baloncesto, y si no que le dé un catarro a John Pinone, pero algunos osan enfrentarse a la lógica, (dementes hasta en sus últimos actos), y se quieren ir. Insólito, pero real (Madrid).No vamos a estar pidiendo libertad para los presos de Guantánamo y, a la vez, una bola de hierro para el tobillo de Carlos Jiménez.
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Etiquetas: deportes opinión, el mundo