Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Si Julián ‘Pantojo’ fumara, encendería las cerillas con la entrepierna / Gunilla von Bismark se va a construir una mansión a lo ‘Falcon Crest’ en Sierra Blanca / Sus botes de laca podrían afectar seriamente a la capa de ozono y desviar todas las trayectorias del ‘Discovery’
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MARBELLA.- La Pantoja con la Sinfónica de Moldavia en Lepe: no es un chiste, es una información. Y allí estaba su malencarado Julián Muñoz, un tipo que en su anterior reencarnación fue cactus y que se rasca la entrepierna como un duro del Oeste. Si Julián Muñoz fumara, se encendería las cerillas con el rabo. Dicen que su patrocinada quiere presentarse para alcaldesa de Marbella, desgraciadamente sin la Sinfónica de Moldavia, que tiene otros compromisos, y con Muñoz de amo de la pista con su cinturón por sobaquera.
El fugaz alcalde marbellí es como una navaja suiza: lo mismo sirve para mandar a tomar por saco a un reportero que para traducir del moldavo, llevar las cuentas del espectáculo o desbragarse en una carreta del Rocío. Tiene un bigote tan espeso y tan mala leche que se merece una estatua ecuestre. Igual le ha afectado la ingesta de pollos locos. Para ganar el amor de la Pantoja, se tuvo que tomar varias raciones del famoso pollo a la tonadillera que se hacía en un restaurante de Fuengirola hasta que se dejó de hacer, porque parece que se les agrió la salsa.
La actual alcaldesa de Marbella, Marisol Yagüe, canta en el coro Río Real; aquí, si no cantas mucho, no llegas a nada. Con la música pantojera en la plaza de los naranjos, tenemos show garantizado de por vida. Cachuli llegaría a la categoría de reina madre, que es el estado ideal en la vida de un barrigón: hacer poco y pintar mucho. El riesgo de ese oficio es una tendinitis por saludar con la mano tonta.
La bola de Gunilla ha tardado en salir del bombo veraniego, pero ha venido con el Gordo. La valquiria sureña se va a construir una mansión a lo Falcon Crest, en Sierra Blanca, de las que limitan por un lado con Almería y, por el otro, con El Algarve portugués, una barbaridad urbanística que denuncian Ecologistas en Acción y que cuenta con el visto bueno del Ayuntamiento de Istán, gobernado por IU. La biznieta del canciller de hierro ha encontrado en el rojerío un apoyo inesperado. Lo suyo es que le hubieran expropiado las tierras, que le hubieran perseguido con la hoz y el martillo hasta la frontera con Francia. En cambio, dejan que haga exclusivas en el jardín junto a un perro que tenga su color de pelo. Ya sólo falta que el alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, permita que Gunilla construya un aeropuerto privado para que aterricen los ricos, un pijipuerto. En los montes de Marbella, Gunilla tiene licencia para matar: arbustos, desniveles del terreno y especies protegidas. La zona se conoce como Sierra Blanca canucha alpujata y está protegida como reserva de la biosfera, reserva andaluza de caza y conjunto serrano de interés ambiental.
Los botes de laca de Gunilla podrían afectar seriamente a la capa de ozono y desviar todas las trayectorias del Discovery, pero el genocidio ambiental no lo detiene ni el general Schwarzkpof.La denuncia está en manos del fiscal de Medio Ambiente y de la comisión provincial de urbanismo de Málaga.
De Madrid llegan noticias de la recuperación de Papuchi; según parece, era un tirón cervical (hay posturas que uno no puede aguantar de por vida). Lo bueno de esta crónica sureña es que ha aparecido Pitita Ridruejo y nos va a redimir a todos: especuladores, pantojos, alcaldesas, rojerío irredento, reporteros curiosos y accidentados por bajar al pilón. Según Licorera 23, el ciclo de la vida de la gente bien es: de joven tener el aspecto de Carla Royo-Vilanova, luego pasar a categoría de carilapiques, para terminar con aire de Pitita. Aunque luego viene la realidad y las convierte en MEMI (pero con novios más discretos), Ana Obregón cuando tienen más edad y Sarita Montiel cuando alcanzan categoría de objeto de Museo Arqueológico de ellas depende la manera de envejecer.
Ellos, con mantener el puesto en el consejo de administración, el barco y la tripa tan abultada como la cuenta corriente, ya les vale. Pitita reapareció en el polo de Sotoborja, donde todos son guapos/as como caballos de pura raza, se conocen y se besan porque son una gran familia bien avenida. Caminaba bajo un sombrero/lámpara de los que hay que tener dos narices para salir a la calle con él. Hay una moda pititil donde te hacen sombreros a medida y te fabrican un entorno feliz para que no te salgan arrugas de pobre, ésas que les surgen a los que miran las cartas de los restaurantes de Puerto Banús como el que contempla el resultado de un análisis de orina. Ser pobre desgasta los cuerpos.
Lo importante es que ella tiene fe y eso nos salva a los demás porque los que creen en Pitita tienen el cielo ganado, un cielo en el que hace falta mano de obra. Pitita y amigas no resisten una eternidad sin peluquero, estilista, mayordomo, mecánico, jardinero y asesor fiscal. Dios está de su lado, por eso se le apareció la Virgen y no ante el camarada Breznev (el que tenía una sola ceja y se parecía a Carrero Blanco). Poner en la tarjeta de visita: «traductora celestial» no es ninguna tontería.
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