Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Dicen los médicos que practicar deporte de manera ocasional tiene grandes riesgos. No es el caso de Madonna para la que el riesgo es un factor común en su vida, pero a pesar de su experiencia en todo tipo de monturas, equinas y humanas, la cantante se resbaló del caballo crujiéndose el eje por la parte más endeble. Funesta experiencia que acabó en el hospital, El resultado fueron tres costillas, la clavícula y una mano, lesión que le impedirá reír, hacer florituras en la cama o saludar a las visitas.
No es una caída bíblica aunque nos pueda recordar a la de San Pablo camino de Damasco, no hay en ella un momento de reconversión sino de dolor. Sirva el accidente de Madonna para alertar a los deportistas ocasionales que es más fácil acabar en la UVI móvil que en el chiringuito tomando una cerveza. La mala pata se suele cebar con los más torpes, Eistein que era un genio nunca practicó deporte alguno para evitar resbalones inoportunos.
Eso sí, la caída del caballo es lo más aristocrático que le puede ocurrir a uno. La lesión provocada por accidente con caballerías no es cualquier cosa, en España muy pocos pueden presumir de una coz en el glúteo, o de un golpe al caer en un obstáculo doble con barra. Lejos quedan los tiempos en los que se decía que si eras de Jerez, o eras Domecq o eras caballo.
Seguro que Madonna le saca un sentido comercial al accidente y hace una gira promocional con su caballo. De las respuestas inteligentes del animal podemos esperar grandes cosas.
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Etiquetas: el boletín, opinion