Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
«Cada vez que me visto de azul se me oxidan los pendientes» / «Siempre que sale la bandeja del café, aparece la turbulencia» / «En los años 50 los aviones rumbo a Buenos Aires paraban en Las Palmas para asistir a misa» / «Tengo vértigo de toda la vida» / ¿Para ir de la T1 a la T4 de Barajas? «Deberían poner por lo menos una línea de burro-taxis»
Por megafonía todas las voces son iguales, las que piden una cajera más en el hipermercado o las que suenan en un estadio de fútbol, pero cuando se escucha eso de «les habla el comandante», la cosa cambia. Un comandante de avión es una autoridad con galones, alguien con mando y destreza acumulada, que cruza océanos como el que baja a por el pan. Angel Bustos lleva muchos años dedicado al oficio de manejar a un paquidermo alado con la suavidad de una mariposa.
Pregunta.- ¿Su oficio es tan romántico como ser navegante?
Respuesta.- Y como ser fraile o médico, son ocupaciones a las que te dedicas en cuerpo y alma porque te atrapan.
P.- ¿Tanto le gusta su trabajo?
R.- A mis 58 años, cada vez que me visto de azul se me oxidan los pendientes.
P.- ¿Vistos desde arriba, somos poca cosa?
R.- Al revés, el que se ve pequeño es el piloto comparado con la inmensidad del paisaje. Eso sí, tengo la oficina con las mejores vistas del mundo.
P.- ¿Se ven las obras de Madrid?
R.- Sí, desde todas partes del planeta. Le aseguro que también se ven desde la Luna (risas).
P.- ¿Manda mucho un comandante?
R.- (Risas) En principio es la máxima autoridad dentro de su reducido espacio. Es el responsable ante las aviaciones civiles de los países que sobrevuela.
P.- ¿Tanto como para casar parejas?
R.- Está contemplado en el reglamento y en caso de extrema necesidad, igual que haría el capitán de un barco. A mí nunca me ha pasado.Aunque un día después de un vuelo casamos a una azafata con un segundo…
P.- ¿Y fue para siempre?
R.- No llegaron a casarse, no sé si consumaron algo, o se consumieron antes.
P.- ¿Cuántos botones antes de despegar?
R.- Hacemos un montón de listas de comprobación: la inspección pre-vuelo antes de coger la pista, rodaje, antes del despegue, crucero, descenso, etc
P.- ¿Incluidos los de la camisa?
R.- También me los reviso, porque en un comandante hace mucho la presencia.
P.- ¿Cuántos ordenadores le acompañan?
R.- Cinco de mandos de vuelo, dos de navegación y luego otros más pequeños.
P.- ¿Incluido un ajedrez electrónico?
R.- ¡Es el único defecto que tiene el avión!, algún día lo llevará.
P.- ¿Se le quejan de alguien que ronque?
R.- Sí Por supuesto. En ese caso como los buenos toreros hay que actuar con la mano izquierda. Puede que roncara como una motosierra, pero los ronquidos no me llegaban a la cabina.
P.- Dicen que es más fácil ligar con Claudia Schiffer que sufrir un incidente de aviación, ¿por qué nadie cree lo de Claudia Schiffer?
R.- (Risas) Es parte de la perversión que tiene toda estadística, y si no que se lo digan a los políticos en periodo preelectoral.
P.- ¿Miedo al ascensor o la montaña rusa?
R.- Yo tengo vértigo, de toda la vida, me asomo a un piso alto y lo paso fatal. Nunca haría montañismo. Sin embargo, mirar desde arriba en el avión no me marea.
P.- ¿Qué relación hay entre servir el café y las turbulencias?
R.- Siempre que sale la bandeja del café (por razones que no están escritas), aparece la turbulencia. Pero le aseguro que no viene en los manuales de vuelo.
P.- ¿Ustedes no se tocan la bocina?
R.- No, quizá con avisarnos por la radio valga.
P.- ¿Por qué no llevan cocinero a bordo?
R.- Iberia tuvo un servicio en gran clase llamado Rosa Real, donde el sobrecargo cortaba la carne en presencia del pasajero.
P.- ¿Qué otros servicios históricos han tenido?
R.- Los vuelos que iban a Buenos Aires, en los años 50, paraban en Las Palmas para asistir a misa. Era cuando se volaba con DC-4.
P.- ¿El avión es una máquina perfecta?
R.- No le miento; casi perfecta, como todo lo construido por los humanos es casi-perfecto. Le falta muy poquito para ser infalible.
P.- ¿Y el hombre?
R.- No, el hombre como sujeto de pasiones no es siempre persona exacta. Aunque el piloto llega casi al nivel de su aparato.
P.- ¿Por qué dan salvavidas en lugar de paracaídas?
R.- A esas alturas no hay quien salte en paracaídas, en cambio las balsas y los chalecos sí han salvado a muchas personas.
P.- ¿Lo de Emmanuellle era un mito?
R.- Una vez una azafata me alertó de que en la última fila una pareja maniobraba de forma extraña. Como la azafata insistía me acerqué dando una vuelta, muy despacio, al llegar dormían plácidamente.
P.- Cuando acaben la nueva terminal de Barajas, ¿habrá un puente aéreo para llegar de la T1 a la T4?
R.- O burros como en Mijas. Deberían poner por lo menos una línea de burro-taxis.
RETRATO
Orígenes. Madrid, 1947. Currículo. Vocación temprana, cuando era niño veía pasar un avión y se decía: «Quiero ir ahí arriba». Ingresó en la Escuela de Armilla de pilotos de complemento, en Iberia desde 1970, nueve años de segundo hasta que llego a comandante de los DC-9. También ha sido instructor e inspector de pilotos. Fue de los primeros en probar las nuevas tecnologías del Airbús, con el A-320. Ahora cruza el Atlántico a lomos de un A-340, el testarrosa de la aviación comercial. Debilidades.«Volar, está claro». Aficiones. «Los toros, me cojo vacaciones coincidiendo con la Feria de San Isidro». Virtudes. «Constante». Defectos.«Me encantan mis amigos y el jamón».
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Etiquetas: el mundo, entrevista