Operación Triunfo Propio

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Señor alcalde… de Pozuelo de Alarcón: calificar terrenos públicos en beneficio de intereses privados, y hacerlo con otoñidad y alevosía para que la oposición no lo pille, no está bonito. No seré yo quien escriba que la maniobra de instalar una clínica privada en lo que era terreno municipal sea algo fuera de la ley o contrario a ella, pero sí parece poco bonito a la vez que edificante a juzgar por la cantidad de cemento que se va a mover en la zona. Se lo digo, sin acritud, créame, porque cuando se trata de bienes públicos hay que andarse con máximo cuidado, por si luego le van a uno pregonando de mal gestor o de trapisonda de los plenos.
Lo suyo es de moviola y de comité togado de expertos analizando si la jugada fue, o no, penalti. Y así podrían estar ocho lustros hasta que a alguno se le acabe la fe y a otros la paciencia.En todo caso es tarea de la oposición recordarle dónde están los límites de la buena Alcaldía y dónde comienza el pillastre.Además, pregonarlo en el Pleno del 20-N da para muchos comentarios cargados de ironía que tampoco seré yo quien se los haga porque no es mi estilo. Pero ya hay quien dice que esto sí que es una Operación Triunfo y no lo de Chenoa, Bisbal y Rosa, que para triunfar han tenido que desnudar sus cuerdas vocales ante la audiencia que les nominaba.

Mire, señor Martín Crespo, en Cuba se dice que al pájaro se le conoce por su excremento y éste no huele muy bien del todo. Admitirá que es posible que algunos malpensados vean un animado interés personal en la operación. Para desmentirlos, ponga luz y taquígrafos para que todo el mundo pueda decir que su alcalde es un lince y que ha conseguido un buen negocio para su pueblo. Esas cosas, sin duda, se agradecen a la corta, y a la larga le ponen una estatua frente a la clínica en cuestión y un artista local le compone un pasodoble que sonará en las fiestas patronales.

No hay trabajo más próximo y tarea que se note mejor que la municipal.La eficacia de un decreto ley es laboriosa de explicar a la ciudadanía; pero la instalación de nuevas farolas o de una clínica en terreno no urbanizable, también. Este asunto le va a amargar el turrón; igual le ponen su cara a Herodes en el belén del Ayuntamiento, cosa que tampoco le deseo (es mejor lo de la estatua para la posteridad). Termino citando a una de las pensadoras orgánicas de este país, y artista de lentejuela, que ante un problema insólito expresó esta frase insuperable: «Desde luego, yo no salgo de mi apoteosis». Yo tampoco.

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