Envido más

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Trinidad… si pensaban que se iba a quedar pasmada ante los movimientos del contrario, o que se había quedado corta de combustible tras el trinimaratón, he aquí su mano que lanza sobre la mesa el nombre de Pilar Estébanez, presidenta de Médicos del Mundo. Y, ahora, a esperar el movimiento de cejas de Gallardón. La jugada es apuntarse en su haber la presencia de una mujer de carácter, que define muy bien su modelo político: joven, independiente, con ilusión y (¡por que no!), con capacidad de automedicarse un calmante si el trabajo es duro. Cualquier alumno aventajado del curso de primero de mus de la Facultad de Periodismo (en ese bar que era la prolongación de las aulas por otros medios) sabe que la partida está en su punto más vivo. Ahora es cuando no hay que perder de vista al rival o te gana con la chica.
Aunque en mus está muy mal valorado ganar amarracos con los puntos bajos, en política se conquistan grandes metas con una pequeña que puede suponer llevarse el punto y miedo. Cuando la diferencia de tantos es muy justa, con el famoso tran-tran puedes ir sumando hasta poner en problemas a tu rival. Su envido más a Ana Botella supone que está dispuesta a llegar con la partida hasta donde haga falta; mientras que Gallardón no sabemos si va de farol, si está cargado de ases o si ha pasado señas falsas. Aunque su misteriosa frase de «gracias, Ana, por lo que tú ya sabes» (palabras que está analizando el alto mando aliado para saber si contienen un mensaje cifrado para el Kremlin), indican que lleva una pareja poderosa y dos figuras de acompañamiento. Gallardón lleva juego y dobles. En su caso, le toca esperar a que acepte el envite y enseñar después las treinta y una.

Igual que no se entendería una película del oeste sin partida de póquer, nadie sería capaz de comprender España sin una manita de mus, actividad en la que es tan importante cazar buenas cartas como saber jugar sin ellas. Grandes fulleros han conseguido altas metas sólo con una buena cara de palo y con mentir a tiempo.Nadie descubrió jamás cómo lo hicieron, pero muchos creen que ganaron con el perete: cuatro, cinco, seis y siete.

Ha sido sólo un movimiento; queda mucha partida para volver los naipes sobre la mesa y conocer el juego de cada uno. El envido está tan cerca del envidio. Usted, por el momento, anuncia que ha escogido una buena carta. Ahora le toca al rival hacernos creer que, de verdad, los ratones son caballos y las calabazas, carrozas. «Ella ya lo sabe». Veamos cuándo nos enteramos los demás.

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