Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Usted verá si le apasiona la poesía, (en su caso el recital de lectura de Gabriel y Galán), o la marcha nocturna de la ciudad que nunca duerme. El anticiclón con su enorme letra a mayúscula en forma de anarquía meteorológica, se ha puesto en lo alto como enorme boina nacional. No son tiempos de calores pero sí de calentones improvisados. Si no nos ponemos de acuerdo en el modelo de Estado, al menos hemos conseguido unirnos en la sequía, el calor y el veranillo adelantado. España sigue siendo un lugar al sol, mal que le pese a Carod el aventurero.
Así como la primavera trae las alergias y tiende a los poetas malos, el calor ablanda seseras y el que era de natural ramplón ahora se convierte en lo mismo pero en chanclas, por lo tanto en algo peor. Los hay que disfrutan con el culebrón necrófilo de Lola Flores igual que otros comen bolsas de pipas en el sofá del cotilleo audiovisual. De repente un político se pone una corona de espinas para hacer una gracia, suceso que debemos apuntar también a la tontuna del mercurio, (algo tienen que ver las elevadas temperaturas). Puestos a traer un recuerdo de Tierra Santa ya podía haber elegido una botella de agua del Jordán que es buena para el riñón, mucho mejor que liarla con un símbolo cuya trascendencia excede a la capacidad de Rovira. Está por demostrar que haya un infierno en el que purgar los pecados; ahora bien, de la ira terrenal no le libra ni la caridad; hay estupideces que marcan. Y él, sin darse cuenta.
Lo que llevo peor del veranillo es que se descomponen las costumbres, una cosa es aliviarse de la lana y otra distinta caer en los pecados de la carne: el top ombliguero con pelusilla en el orificio estomacal, la cacha desbordada, la sandalia que muestra la uña carnívora, el circulillo axilar, etc. Usar el calor como atenuante de las buenas costumbres me parece atroz, incluso en el trópico hay cierta etiqueta. Uno, que ha visto cruzar a los hombres azules el desierto, nunca les ha sorprendido con una camiseta imperio y con la lengua fuera; en el sofoco también hay dignidad. En manga corta se pueden hacer un montón de cosas menos el ridículo, gracias a este calor podemos disfrutar de las noches de verano en pleno mes de mayo. Déme usted buena compañía y deje el cielo abierto para ser feliz, no sé cómo acabará la cita pero les aseguro que el inicio es apasionante. Si tienen ocasión recuperen la tan española costumbre de dormir la siesta, nada hay tan grave que no tenga solución en horizontal.
Sin que hiciera falta un decreto, el verano comienza cada año antes. Tiempo de botijos y sombras, inesperada sorpresa del calendario que agosta las flores y también, ¡cuidado!, relaja la estética.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion