La saeta de vuelta a casa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

SI uno mira las previsiones de la DGT (que debemos tener por ciertas) para hoy están previstos más desplazamientos que cuando el pueblo de Moisés decidió salir de Egipto en busca de la tierra prometida. Aquella historia que terminó en memorable pasaje del Antiguo Testamento se queda en nada comparado con la que se puede liar este domingo. Miles de coches, millones de pasajeros con prisa acelerada y agobio por el retorno… pero circulando por las carreteras de todos los días. Por mucho que la Benemérita lo intente, a la N-630 no le aparecen más carriles. Las carreteras no se pueden estirar como los mofletes de folklórica. El personal gastándose los ahorrillos en un coche pero el asfalto es el mismo que pisó El Cid camino del destierro (don Ramón Menéndez Pidal diría que exagero). La saeta del retorno es un “quejío” de apretar maletas que no cierran, hacer recuento de niños para no dejar a ninguno en tierra, cola en la gasolinera, cola en los servicios públicos, cola en las ventas del bocadillo, y un cierto estrés porque igual el tiempo aprieta y llueve de manera tórrida. Rafael Farina la habría cantado estupendamente. Prueba de que el tráfico es el arcano mayor de nuestros tiempos es que no hay predicciones firmes, no hay quien se atreva a redactar unas cabañuelas del atasco. Es más fiable hacer cábalas de si caerán chuzos de punta el invierno que viene a predecir lo que tardará usted en volver a casa, ni Octavio Acebes se atrevería con semejante osadía. La NASA no se aventura a confeccionar un cálculo aproximado para no perder su prestigio ganado con los años. Junto a la saeta del retorno convive la Teoría General del Listillo, aquel que se cree poseedor del secreto divino para evitar los atascos. Esas teorías producen una ternura infinita porque además de tomarlas por ciertas quien las construye, no dejan de ser divertidos acertijos. Por ejemplo, calcular el momento en el que saldrá el sol en función del cambio de hora de esta noche, añadir el tiempo que se tarda en desayunar, restar cinco minutos a la hora prevista por cada miembro de la familia, sacar el cuadrado del límite de velocidad, dividirlo por el número de coches que anuncia Tráfico en las carreteras… para llegar a la conclusión de que “¡ahora!” es el momento ideal para salir. Y, como es normal, atascarse a los pocos kilómetros porque listillos hay a mogollón, casi todos pensamos que somos infalibles. A Fernando Díaz Plaja se le escapó la soberbia del listillo al volante para añadirla como apartado especial en su obra “El español y los siete pecados capitales”. Receta la de siempre: a jorobarse y a tener paciencia. Superado esta operación retorno sólo nos quedan cuatro meses para la del verano.

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