Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Si se estará poniendo serio el asunto que dicen que todo aquel que acredite haber estado en tres manifestaciones, o más, tiene un vale para el callista expendido del propio Acebes (puño y letra). La calle tiene un morbo especial y ahora algunos han descubierto que se pueden hacer en ella muchas más cosas que ir de compras.
La inercia está lanzada, a partir de este momento cualquier persona que tenga imaginación es capaz de movilizar un pequeño colectivo. Ya no se dice ir de botellón sino manifestarse a favor de los productos de La Rioja, tampoco se va a la playa como antes, sino a reivindicar un lugar en la arena. Los muy pijos dicen que los autobuses urbanos son concentraciones de pobres con mucho sueño, y el proletario sostiene que acabaremos viendo manifestaciones de marquesas portadas por sus mayordomos. Con el talento que tiene el español nadie es capaz de predecir el final de estos movimientos espontáneos, ¿por qué no uno en defensa de la tortilla de patatas sin cebolla?, ¿de los rabos de boina?, ¿del cabreado y estresado?, ¿y a favor de los cornudos mustios?
Incluso podíamos hacer manifestaciones festivas y circulares bajo el lema de la conga popular pro cualquier cosa. Uno ve pasar la cabeza y se apunta a coger por la cintura al último de la formación, así dando tumbos en plan juerga total. Los obispos están encantados porque en la calle se conoce a mucha gente, se hacen nuevas amistades y de paso se gestiona nueva clientela. En la calle se encuentra de todo (menos sensatez últimamente).
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Etiquetas: madridiario.es, opinion