Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La idea del Ayuntamiento y de Movistar no pudo ser más feliz. Convertir la Castellana durante cuatro horas en un carnaval brasileño debería ser una obligación anual. Excelente puesta en escena de Carlinhos Brown y mejor acompañamiento musico-erótico, gran nivel de mulata en los coros y un estudiado equipo de sonido que transmitía las sensaciones de la bazucada por todo el cuerpo. Una festividad que destacó en la misma tarde de las sotanas ariscas, por lo tanto doblemente festiva.
Brasil no es España, ni nuestra atascada Castellana, Candeal, allí donde Carlinhos creó el milagro de redimir niños por el método de los tambores. Como escribía un acertado colega en un periódico nacional: “La pobreza en Brasil tiene un nombre bonito, le llaman favela a un combinado inmundo de miseria y de reserva humana. De una favela se sale a tiros o por la vía musical. Carlinhos Brown siempre tuvo claro que puestos a que sonaran disparos mejor sería darlos en un tambor que con una banda de matones”.
La calle entera, una fiesta para trotar, una algarabía rítmica y Carlinhos a lomos del camión inspirado en Julio Verne, con dos ojos de pez que eran pantallas gigantes.
Lo mejor fueron sus recomendaciones: a los que hayan bebido, que vuelvan en metro; a los que tengan coche, que usen cinturón, y a los que hayan conocido a alguien interesante, que usen preservativo. Desde luego que él hizo todo lo posible por unir culturas y aproximar lenguas.
Carlinhos alcalde de Madrid por unas horas, ¡viva el Carnaval de la carne cuando el calor aprieta!
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Etiquetas: madridiario.es, opinion