Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado Miguel Ríos… El rock sigue siendo el mismo, pero cada vez cuesta más levantarse por la mañana después de un concierto.De todo hace 20 años cantaba Serrat, en su caso doblemos la cantidad porque el tiempo nos alcanza hasta sumar 40 abriles subido a un escenario, (se dice pronto). Desde las matinales del Price cuando compartía pensión con un chico de Gibraltar llamado Albert Hammond, pasando por la colaboración con Waldo de los Ríos, Luz, el Rock and Ríos, la oración de Santa Lucía, así hasta llegar a estos 60 mp3 (que son una forma comprimida de cumplir años).
Ayer fue una noche de magia y juventud como dice la letra de una de sus canciones, ¿por qué será que el rock suena mejor en un escenario abierto y con calor?, ¿qué se experimenta al cantar a las nietas de aquellas madres que tanto amó?
Roquero y antiyanqui, lo suyo siempre ha sido nadar contracorriente.El autobús que le sacó de Granada iba lleno de palmeros flamencos, guitarristas, soldados sin graduación y seminaristas de permiso, pero usted era el único roquero. Faltaban algunos años para que templara la garganta ese ilustre paisano que se llamó Carlos Cano y todavía Joaquín Sabina estaba en la edad de la tabla de multiplicar en el Instituto de Ubeda. Ya entonces Miguel Ríos, (Mike Ríos que sonaba más internacional), desafiaba a los grises en sus conciertos para chicos malos. Quizá por eso nunca le invitaron en Navidad a cantar ante doña Carmen Polo, tal y como hacían los melódicos de la época con manifiesto entusiasmo popular.En los años de pelo corto y abrigo a media pierna usted llevaba melenas y chupa de cuero, toda una osadía contra el sistema.Los roqueros eran vistos poco menos que como agentes del diablo.Pero es fácil entender que mientras algunos soñaban con una plaza en el coro de la parroquia, usted le tiraba los tejos a Popotitos en un parque. Ser roquero en España, en aquella época, era como ser hoy jotero en Alaska, insólita vocación.
Ahora entiendo la letra que adaptó al Himno de la Alegría, muy alejada de la versión oficial de don Federico Schiller; cuando dice escucha hermano se refiere a siéntate y deja que pasen los años. En su caso hay que admitir que el rock rejuvenece y estira los músculos, es un auténtico método pilates. Aunque hoy duelan los huesos más que entonces, aunque los conciertos no acaben en redadas y el rock no sea subversivo, sigue siendo un placer.Así sean otros 40 años moviendo la cadera aunque todo vaya mal.Adaptando la expresión de Tierno: Dios nunca abandona a un buen roquero.
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