Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado alcalde… Tal y como está el tráfico llega un momento en el que a uno le dan ganas de bajarse del coche, buscar a Rocinante y hacerse la Castellana a trote cochinero. Llegada la desesperación absoluta, la moto de un vendedor de pizzas es mejor que un deportivo.Usted ayer hizo lo más lógico: adiós coche oficial, casco para que te quiero y vámonos de paquete con el escolta. Siempre son mejores dos ruedas que una incertidumbre. Algo se debe oler del tráfico urbano cuando en el maletero del coche lleva el casco de por si acaso, un objeto tan útil como el paracaídas en un avión de pasajeros (incomprensiblemente dan un flotador por si caes en un charco).
Hábil decisión la suya, la experiencia nos tiene enseñados que ya puede esperar Mahoma a que venga la montaña, lo más práctico es buscar soluciones alternativas. Podía haber tirado de sirena -¡total, una más!- y haber montado un cirio municipal en la arteria taponada, pero se apuntó al método de transporte que utilizan muchos madrileños. Madrid en moto es otra cosa, las distancias son más cortas y con buen clima un gustazo, (siempre y cuando un amable conductor no decida abrir la puerta para tirar un papelito).Pero la aventura tiene su peligro, como decían los caballeros medievales, y andar en moto tiene mucho de gesta heroica, con todas sus consecuencias. Hoy los dragones son los tubos de escape de los autobuses de la EMT y las princesas cautivas se esconden detrás de la ventana de su biplaza con climatizador y asiento de cuero de diseño. De la estampa caballeresca el motero conserva guantes y casco en forma de yelmo aerodinámico. Un centauro en su laberinto.
Cunda su ejemplo y tomen nota los conductores de que la mejor forma de llegar algún día es con el transporte público, o en su defecto dos ruedas. Los patines son para gente muy avanzada en la teoría física del equilibrio; si es usted ejecutivo barrigón, no intente emular a la chica de la bandeja salvo que quiera partirse el cóccix contra un bolardo enmascarado.
Intuyo que el gesto de ayer se va a repetir de aquí a que finalicen las obras, las manifestaciones, las ganas de sacar el coche y esa alegría consumista por quemar gasolina. Tiene gran impacto el alcalde bajándose de la moto más que del coche oficial, parece un fotograma de Easy Ryder. Esta mañana los conductores miran a los ojos de los motoristas, intentan adivinar si tras la visera está un alcalde que no se detiene al menos no por un atasco.
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