Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Al contemplar la foto de Nadal mordiendo la ensaladera de Roland Garros (por favor pronunciar las erres como lo haría Edith Piaf) me vinieron a la cabeza Santana, Orantes, Gimeno; no tanto porque tuvieran parecida forma de jugar sino semejanzas en la dentadura.¡Qué boca tan llena de dientes! Imagino al maestro joyero echado en oración: ¡éste me jode la ensaladera!, razones tenía el buen hombre para temer por su obra de arte. Por regla general y aplicado al tenis: ellos tienen mejores dientes pero ellas lucen mejor tipo, la cita la he encontrado en el Diccionario de Perogrullo.
Y como la gente se fija primero en el chasis que en los molares resulta palmario que las tenistas del siglo XXI son bellezas en calcetín corto, cuerpos del deseo light. Algo de selección visual debe existir cuando todas las tenistas de la parte alta del escalafón son unos bellezones apabullantes. La última en incorporarse es Maria Sharapova, el producto mejor acabado de la perestroika. Podía haber sido espía del KGB en alguna película de James Bond pero eligió salir a batirse el cobre con una raqueta.También están las hermanas Williams que son iconos de fertilidad (en sus muslos hay energía para repoblar Australia llegado el caso) y Anna Kournikova. A esa última no se le conoce mayor premio deportivo que Enrique Iglesias, pero la verdad es que la chica es un lujo plateado sobre cualquier pista (incluso en las de tierra batida). Su currículo profesional cabe en una servilleta de un bar de Miami Beach y por detrás te puede anotar el móvil.Kournikova habría sido la novia favorita de Al Capone pero sus biografías no coincidieron en el tiempo. Ha preferido entrar a formar parte de la familia Iglesias, esa gen hispana cuyo árbol genealógico hay que repasar junto a cinco antropólogos.
Kournikova nos haría un favor contribuyendo al carajal hereditario si esperase unos años para casarse con el hijo pequeño del doctor Iglesias Puga. Así Julio tendría un hermano menor casado con la ex novia de su hijo que le podría dar hermanos-sobrinos nietos a los que llevaría 100 años y 200 discos de oro. Kournikova es tan profesional que vende lo que toca. La propuesta sería llevarla de torneos de exhibición para que sudara lo suficiente como para vender ese líquido en pequeños botes de perfume.
L\’eau de Kournikova es lo máximo a lo que puede aspirar un mitómano (y también a que Fernando Alonso le atropelle en un entrenamiento).Si el tenis fuera una religión tanto Sharapova como Kournikova serían vestales cuidadoras de la llama eterna. En Wimbledon (pronunciar con la boca llena de sopas) se han quejado porque Mari-Shap grita, eso es tan canelo como decir que la Orquesta Sinfónica de Berlín mete ruido.
¡Pamplinas de berzotas y analfabetos musicales! El personal está como loco por ver cómo sube a la red. Mucho peor es sacar la lengua para aparcar el coche o meterse el dedo en las fosas nasales; cada uno tiene sus manías personales y elimina tensión y toxinas como puede. Tú adelante Mari-Shap, eres lo mejor de una tarde de tórrido verano, y al que no le guste que se ponga tapones o siga los concursos de arado con tractor en La 2, tan soporíferos como ver crecer una planta.
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Etiquetas: deportes opinión, el mundo