Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado Luis Palau: si Santa Teresa sostenía que Dios andaba también entre pucheros, por qué no iba a estar presente en un ruidoso concierto de verano. Allá cada uno con sus creencias, pero, desde luego, el punto que tienen en común es la música; sea la religión que sea, en cuanto pueden se marcan un cantecito a la divinidad. El suyo no es gregoriano sino bullanguero, de mogollón, de palmas y compás. Su iglesia huele a verbena y a pinchito moruno, igual que otras se atiborran de incienso y cirios.Lo que no tengo tan claro es cómo le llega el mensaje profundo al personal después de haber visto cómo actuaba Jose Luis Rodríguez, El Puma»; primero mucho mover cadera con pavo rea-viva la numeración y luego reflexión sobre la congoja de la carne y el necesario recordatorio de que estamos de paso. Sin duda que el mensaje sin fe produce bajón, sin ella la vuelta en metro es mucho más triste cuando te agobia la sensación de que los vivos somos muertos de permiso.
Ochocientos millones de personas le han escuchado en 112 países según dice la publicidad del FestiMadrid; pues con todos los respetos, anóteme en la lista de los que se acaban de enterar de su existencia, espero no lesionar su vanidad. Por un lado salvará almas en los encuentros de este fin de semana y por otro se construye su peculiar campaña de imagen, no está mal. En ese sentido los monjes budistas son más discretos porque no montan un sarao, pero en esta parte del Mediterráneo interior nos gusta mucho un baile cuando la noche aprieta y los timbales se cuelan ombligo adentro. Además, si no nos ponemos de acuerdo en cuál es el Dios verdadero, mucho menos en la forma de festejarlo.Hasta existe un cura roquero y todavía Dios no se ha quejado…
Impacto total habría tenido FestiMadrid de haber copiado a otras religiones. Ha dejado usted pasar la oportunidad de orientar su concentración contra el Gobierno, este fin de semana echábamos en falta otra manifestación. Y si no se le ocurre ningún motivo para estar en contra llame a algún obispo y ya verá cómo le aportan ideas. Supongo que la mañana se la habrá tomado de relax, para poner la lengua en la almohada, el oficio de predicador es muy duro cuando la noche no baja de 27 grados. Y esta noche de nuevo a la explanada de Las Ventas, ese edificio mágico donde algunos creyeron ver a Dios en el capote de Curro o de Antoñete. No cargue la mano con la perdición, las llamas del infierno cuando hace tanto calor provocan mucha pereza.
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