Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado Manuel Cobo: cuando menos se le esperaba, cuando algunos le daban por amortizado y cesante, usted ha presentado la tarjeta de visita en el debate municipal. Cobo ha vuelto, decían por los pasillos; en realidad usted ha estado siempre en su sitio (cuestión de óptica política). Su regreso coincide con la última entrega de la Guerra de las Galaxias, no hay que dar la espalda nunca a los clásicos, aquí en Madrid como en la República Galáctica los que han tenido un buen maestro jedi son los que pasan de aventura en aventura. Su maestro debió estar tocado de gracia porque todavía la fuerza le acompaña, y en el debate la sacó en forma de espada de luz utilizada a la manera belmonteña de coger un capote. Hubo en su verbo fuegos artificiales y pólvora de adorno, truenos secos y hasta lluvia de estrellas. Hubo tono de fiscal y pausas de predicador. Usted, como el personaje de Blade Runner, puede decir \’yo he visto cosas que vosotros no creeríais\’
Madrid no puede perder un hijo tan ilustre al margen de las tensiones internas de un partido. Podía haber esperado otro momento más calmado o más lúdico, quizá algún sarao olímpico, pero prefirió vestirse de Aquiles y salir a repartir mandobles.
Sorpresa doble: nadie le esperaba, nadie pensaba que iba a irrumpir con tanta fuerza. Resultado: pasmo general y frío de barra de hielo en el cuello. Caían cerca de treinta y cinco grados en el empedrado de la Plaza de la Villa cuando en el salón de plenos comenzó a nevar. Dirán que es brujería, al contrario, Cobo (Manolo para el resto del mundo salvo para el protocolo), no estaba escondido.Incluso en las filas ajenas hubo cierta admiración; será porque estamos huérfanos de tensión dialéctica. Subido a la palabra, Cobo hizo del final del debate un ejercicio de corrección de estilo: allí donde faltaban comas las puso, allí donde sobraban adjetivos los quitó y allí donde habían puesto punto de interrogación colocó punto y seguido. En final de curso una lección de cómo se siente Madrid sin complejos.
Ignoro el tiempo que nos queda de seguir disfrutando de su oratoria, me temo que tampoco usted nos podrá dar la respuesta, pero mientras tanto es un disfrute para los sentidos su retorno. Siga la senda que siempre ha recorrido, la que le marca el corazón y no se equivocará. Tenga la seguridad de que quién sirve con honor a su pueblo nunca es olvidado. Algo me dice que tras la intervención volverá de nuevo a navegar en silencio. Estaremos atentos a cuando vuelva a izar el periscopio.
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