Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Señor alcalde de Villalba… usted resista que es la receta de Fraga para los malos tiempos y ahí lo tiene cazando corzos como si fueran opositores. Esperanza Aguirre ha rescatado el llanto del agravio comparativo, el nadie me quiere a mí con lo buena gente que soy. Parece que puestos a llorar España es un valle de lágrimas. Si la presidenta regional dice que el gobierno central no quiere a Madrid (ella se cree Lauren Bacall pero no tiene a Zapatero por Humphrey Bogart), usted se queja de que a su vez es el ninguneado en esta relación. Espe le ignora y para colmo se encuentra rodeado de vecinos populares; como diría ese gran humanista de Rambo: «veo charlies por todas partes». A poco que asome la gaita le atizan con la consigna, por lo tanto está en su derecho de preguntar como hacen otras: ¿oiga, qué hay de lo mío? Se le nota cierta quemazón cuando repasa las inversiones en los municipios vecinos, ¿será porque son del PP?, ¡no, qué va, eso es de mal pensado! ¿Será que la Comunidad le ignora porque es usted rojo?, ¡quia!, son cosas de periodistas.
Disculpe si le digo que sus quejas parecen de hermanos de familia numerosa cuando el mediano se queja del mayor, el pequeño del mediano y así hasta el gato tiene lo suyo. En otras palabras: dime quién te ignora y te diré quién no te aprecia. Para hacer la película de La Isla, Leonardo di Caprio podría haberse quedado en su municipio. Por otra parte puede hacer un pingüe negocio de su aislamiento serrano, piense que puede prestar sus paisajes naturales para rodar: El Ultimo Mohicano II, Astérix y los Aguirristas, La Caída de la Rosa, Diálogo de Monclovitas o Bienvenido Míster Mariano. De los momentos duros hay que sacar partido y si es con negocio mejor y así apañamos las arcas municipales.
Haga rodar botellas con mensaje por la cuesta de la carretera de la Coruña para que lleguen a la puerta de La Moncloa, (o por cualquier otra vía despejada, ya sabe que para la presidenta sólo se atascan las carreteras nacionales, las de Madrid van de escándalo). Le toca pagar el precio de la diferencia porque aunque luego los políticos digan que les gusta la biodiversidad al final sólo se aparean con los de su especie. Tomado el término de apareamiento como una metáfora regional y no en su sentido de cópula molesta. Deportividad, amigo alcalde, piense que no está solo en la Galaxia y que la región está llena de versos sueltos. No haga caso a la melancolía tan propia de las puestas de sol en la montaña.
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