Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado y abandonado…. corredor de la Casa de Campo: hoy todo el mundo le reconoce por su proeza de ayer domingo, bien sea por las fotos que se publican o por el catarro que lleva encima.Si hacer deporte popular en Madrid es una heroicidad que se paga con atropellos varios, practicar deporte en la Casa de Campo es una osadía que cuesta una gripe de invierno, la falta de caseta para cambiarse provoca que los cuerpos se queden sudados y fríos.Pero a usted no le amilanó la baja temperatura y ya que estaba hasta «los mismísimos» qué otra cosa mejor que correr ataviado con el gayumbo carmesí. Seguro que no se quitó el último forro que guarda su anatomía porque con las bajas temperaturas iba a provocar un colapso hormonal con resultado de pérdida de pirindola para siempre: una cosa es reivindicar mejor trato y otra jugar con el centro de gravedad. Pero sepa la autoridad municipal conveniente que llegado el buen tiempo, si no lo remedian con una solución, se puede organizar una carrera de sátiros en pelota para mayor escarnio de nuestra candidatura olímpica.
Pide el corredor algo muy elemental, una caseta donde cambiarse de ropa. Ahora lo suyo es clavarse la palanca de cambio del coche en el costillar para vestirse de atleta. Maniobra que resulta del todo sancionable si uno lo intenta hacer en un transporte público, no está bien cambiarse de ropa en el Metro pero si no dejan otro lugar, en alguna parte tendrán que hacerlo. Taquillas en condiciones, custodia de la bolsa y bocadillo y una ducha con agua caliente por la que no se tenga que pagar. No pide el corredor un jacuzzi templadito, ni que le dé masajes en la espalda un consejero o concejal con uñas limpias, le basta con un pequeño espacio apropiado. O, en todo caso, que vuelva aquel honesto funcionario que prestaba una caseta para el cambio de ropa, habitáculo hoy abandonado al pasto de la prostitución.
Ese hombre bueno que se enrollaba y daba conversación era un baluarte para la candidatura olímpica; la ciudad es muy amarga con la memoria de sus servidores.
Carrera del pajarito va a haber todos los fines de semana hasta que les hagan caso. No tanto para escarnio de marquesas en tránsito, (no creo que acudan a la Casa de Campo a menos que la fuente del lago emane Vichy), sino para martillear en la conciencia de la autoridad impertinente. En último caso recuerde el Ayuntamiento que una caseta se le monta hasta a un hámster. Cuatro ladrillos que sobren de una inauguración y las ruinas de un fuerte Comansi harían felices a los corredores.
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