Estoy aquí, a estas horas en las que debería estar dormido porque una fuerza me ata a lo escrito. No sé quién anda con mis pies, no sé quién hace ruido en mi cabeza. Estoy.
Si ahora me obligaran a rellenar uno de esos extraños documentos que piden en las aduanas, diría sin duda que mi estado actual es el de objeto perdido.
Miles de objetos perdidos se apilan en estanterías a la espera de que alguien los reconozca pero la mayor parte de ellos quedarán allí para siempre, o hasta que el polvo les ponga la barba blanca o les borre sus huellas.
Objetos perdidos los hay de todos los tamaños, pero todos son insomnes e insolentes.
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Un objeto perdido se acaba anestesiando entre otros ,como él , que perdieron su dueño. Dormita con la zozobra de su sinsentido, de su no -ser- para- alguien. Y en ese ” casi nada”, la insolencia , si aparece, quizás sea el traje que mejor disfraza su dolor.
Extraña paradoja por la que te hallamos, en tu doble condición confesada de insomne e insolente. Que no decaiga.
Al revés, Carmen, yo creo que los objetos perdidos están encantados de no tener dueño, de ahí su independencia. Ni Dios, ni patrón como decían los de la CNT.
Muyseñoresmíos: triple condición… insomne, insolente y perdido.
Prometo no remediar ninguna de ellas.
Voilà le garçon! No sólo me vuelves loca a mí….se ve que estás encantado de conocerte.
En principio un objeto perdido es aquél que algún día perteneció a alguien…en tú caso mucho me extrañaría….Tendrás que preguntar al Ministro de Adjetivos para dilucidar/ encontrar aquel que mejor te “cuadre” a tí: objeto….
Besazo.
Victoria.
La libertad no es desvinculación. Somos dueños de nosotros mismos , y cuanto más dueños menos perdidos y más vinculados…
El objeto perdido es inanimado. Me seduce más el ‘caso perdido’ o el ‘bala perdida’
Algunos fuimos balas perdidas, sin llegar a ser casos perdidos. Mejor éso que no quedarse en la puta recámara y, además, encasquillado.
¿Tú que eras, Rafa? ¿Nueve corto o Parabellum?
Me acerqué a la oficina de objetos perdidos y pregunté si tenían algún Rafa de dedos larguísimos y cráneo reluciente (en todos los sentidos). Algún dato más tendrá que darnos, señora, si quiere recuperarlo… que si de qué lado duerme, que si con cuántas pelis ha llorado en los últimos dos años, que si en qué espacios intercostales tiene las cosquillas. Vamos, que me lo denegaron. Y encima me llamaron señora. Dijeron que era como ir a reclamar una cartera repleta de billetes ,sin más señas. En fin, que me temo que el único que tiene potestad para demostrar que eres tuyo eres tú.
Victoria: espero “volverte loca” pero en el mejor de los sentidos.
Carmen: lo podríamos discutir, ¿Hacemos un seminario en una Universidad de Verano?, yo soy de la teoría de que para conocerte te tienes que perder. Ya ves. Pero gracias por tu fino criterio.
Carlos: en todas las guerras fui pólvora mojada, y a veces carne de cañón. Si la reencarnación existiera habría sucumbido con Alejandro Magno, pero no en la batalla sino del pisotón de un camello.
Bárbara: ¿de verdad que fuiste?, ¡entonces eras tú!, gracias. Besos y relucientes sonrisas en tu “bar adentro”, (le copio a Fernando Beltrán el título de uno de sus libros de poemas, todos ellos imprescindibles).
Pues sería apasionante el tema. Me apunto sin ironías…
Buen título. Claro que también podría ser el de Martes y Trece pidiendo la peli de Amenábar en el videoclús. Besitos de barra.
Estará este señor llamado Rafael entre los objetos perdidos de álguna estación de Renfe?
A lo mejor habría que salir a buscarle porque escribía bien….
Carmen: sin duda. Pero igual soy objeto discreto.