Me costó llevar una vida respetable conforme a la ley de los hombres y a las leyes de Dios, también me costó la incomprensión de mis vecinos y la intolerancia de aquellos que me veían como un pérfido ejemplo de hombre creyente. Después de una muerte dulce y rodeado de familiares llegué al cielo, era domingo por la tarde. Toqué en el timbre de los recién llegados pero no apareció la luz, ni San Pedro, ni hubo un coro celestial.
Uno esperaba un recibimiento a la altura, tal y como había soñado durante los años que tuvo vida. Y, en su lugar, un vigilante jurado me extendió un folio para que lo rellenara.
- “¿Y Dios, dónde está?”, le pregunté al vigilante.
- “Ha tenido mala suerte, Dios está de vacaciones, igual tarda en volver unos miles de años”.
Así que entré en el cielo porque era lo que tocaba, tampoco había otra elección y mucho menos un tribunal de mayor instancia al que recurir. Me dieron un albornoz y un par de toallas porque en el Paraíso se estila lo de ir en pelotas pero arreglados.
Dios de vacaciones, yo sin poder reclamar ante nadie, un angelito más entre millones de seres azules.
¿Yo?, con las ganas que tenía de contarle a Dios lo bueno que había sido, me tuve que conformar con barrer por las mañanas y por las tardes apuntarme a una escolanía de voces blancas.
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Que no, que no…Que ese Dios bueno no se va a la playa de vacaciones. Él es el mar y el horizonte, la brisa y la ternura.
Dios es genial: me lo dijo una amiga, y me lo creí.
Seguramente porque ya lo sentía…
Es Lo Que Tienen Las Eternidades, Que Una Semana Santa Puede Ser Toda Una Eternidad.
Carmen: estoy seguro de que lo sientes así, y te lo merces por lo tanto. Lo que pasaba en este caso no es que Dios fuera malo sino que estaba ausente, a veces me pasa que cuando me busco no me encuentro porque para ser hallado algo de interés debe aportar uno.
Muy Señores Míos: ¡Y ni una monaguilla en el cielo!, ¡la crisis!
Te entiendo tan bien…
Y qué gozo cuando se encuentra .
San Pablo lo encontró sin ningún interés por su parte.
Llego de Damasco, y algo he sentido también…
No hay cosa peor que la decepción, te deja temblando y con la terrible evidencia de haber hecho el ridículo. La parte positiva de ella es la constatación de la absoluta disposición que tenemos para dar el poder a los demás y las tremendas ganas de ilusionarnos con lo ajeno. Si fueramos capaces de guardarnos toda esa buena energía no habría Dios que pudiera con nosotros. Los angeles transmiten decepción….¡Qué pena y qué inocencia!…
Victoria
Victoria: los angelitos forman parte de un famoso cuadro de Rafael y están extasiados porque arriba tienen a Dios, a su hijo y a la Virgen… y ellos sin la camisa del domingo. Es verdad que son un poema de la decepción.
Rafael y Miguel Ángel no debieron conocer el ‘bífidus activo’ pues sus angelitos mudaron a angelotes, orondos ellos, adictos a la cecina.
Oye, Rafa, ¿existía el colesterol in illo témpore?
In illo tempore no sé pero “in illo corpore” seguro que no. Los angelitos de Rafael debían tirarse enormes pedos de talco que en pintura quedan como tiernas nubes de algodón pero de cerca huelen fatal y es el inicio de la destrucción de la capa de ozono.