LA GACETA DE SALAMANCA
No es casualidad que periodos largo de la historia comiencen con un almuerzo, una cena. Pasó con el famoso Clan de la Tortilla en Suresnes y esta semana ha vuelto ha ocurrir en una cena algo más organizada en uno de los templos gastronómicos madrileños de la Casa de Campo. Promovido por Corcuera se dieron cita una gran parte de lo que había sido clase civil durante el reinado de Juan Carlos I; prueba evidente de que estaban todos es que también apareció Alfonso Guerra. Hubo gente próxima a la transición y de ahí que el PP apenas tuviera presencia y cuatro mujeres que fueron referencia en la vida civil.
Bien está que el restaurante se llame “Currito” porque ante Juan Carlos I cada uno lo hizo de la manera que pudo. Y, dicen, que el discurso mas emotivo fue es de Alberto Oliart al que le tocó estar al frente del Ministerio del Interior el nefasto 23-F.
El rey pidió ayuda para su hijo pero lo más importante es que pidió también paso a nuevas generaciones políticas que se hagan cargo de la ejemplaridad que exigen los tiempos. En cierta medida los actualizó haciendo ver que los nuevos tiempos son para todos y esa es la pauta a la que deberíamos atenernos. Los curritos enviados a dejar de ser curritos en “Curritos”, no deja de ser una juego de palabras pero también una realidad. Pero también la experiencia debería ser un valor en alza, por ejemplo la clarividencia de poder contar con las críticas de un gran socialista: Joaquín Leguina. Gente así no debería dar un paso atrás nunca por el bien de un colectivo amplio que es la sociedad desorientada.
Juan Carlos I dícen que disfrutó del encuentro y que no permaneció en silencio, también participó para pedir apoyo a su hijo, pero indicó que no le hicieron la pelota.
No sabemos qué nos depara el futuro de la monarquía constitucional porque nuestra Constitución está llena de goteras. El discurso de Felipe VI resultó algo suave, le faltó pluma de escritor y aplomo en ciertas ocasiones; tampoco le corresponde a él abrir el proceso, eso es cuestión de los políticos y ahí puede prestar una gran ayuda Rubalcaba antes de marcharse. La cuestión catalana puede resistir más tiempo así.
Los curritos se fueron a casa con la sensación de que había llegado un tiempo nuevo. Y ojalá sea así antes de que todo huela a Urdangarin y pasado añejo. La renovación ha de venir de arriba abajo y ayudarnos a superar uno de los tránsitos más vergonzosos de nuestra historia. Se buscan nuevos curritos con autoridad moral, no necesariamente han de ser monárquicos.
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