La imagen de Rafael Blasco sentado en un largo sillón de la Audiencia de Valencia en el que pudo escuchar su condena por prevaricación en soledad, abandonado por sus compinches de la Generalitat y tragando el chorreo de lo que habían trincado de las subvenciones a Nicaragua, demuestra para lo que sirve un conseller de Solidaridad y hasta donde se ha robado en nombre de las ONG controladas por un gobierno.
A Nicaragua llegó una parte mínima de la ayuda porque la mayor porción del pastel lo aplicaron Blasco y sus amigos en ser solidarios consigo mismos y con una tienda de muebles que no era Ikea, (es una lástima porque entran en Ikea con el dinero de Nicaragua y les nombran duques de las tuercas Glossen con medalla para lucir en el chaqué de gala). Y con eso se presume un rato.
¡Qué manera de llevarse lo de los niño nicaragüenses y de quedar tan tranquilo!, si no hubiera sido por la sentencia ni se hubiera tenido que tomar la molestia de pedir perdón. Total, aquellos niños entenderán que las ayudas no siempre llegan y que la culpa es de las autoridades locales que son un desastre. Seguro que Blasco era de los que opinaba que las ONG fuera del control institucional eran nidos de víboras. Qué manera de cometer latrocinio, y qué manera de ser un jeta. Ahora queda el recurso, claro, y también quedan los niños de Nicaragua.
Compartir:
Con un poco de retraso pero con todo el poder que tiene una justicia ética,ha llegado. Este pajaromy sus compinches y los ha “triturado” vamos hechos auténticos guiñapos y uno se alegra de este mal ajeno como me he entristecido en su dia cuando se descubrió que los pobres niños ticas no recibieron la ayuda que desde Valencia les habían prometido.Lo que también es vergonzante que elSr Camps quiere refugiarse en que todavía faltan escalones de la justicia por saber su opinión.¡Realmente patético!