(“LA GACETA DE SALAMANCA“, domingo 30 de marzo 2014)
Después de lo del vuelo desaparecido de Malaysia Airlines no tenemos el cuerpo para aviones y, por eso se nos heló la sangre cuando empezaron a llegar noticias de otro avión caído al mar de Canarias. A pesar de que el desmentido de AENA circuló de inmediato tardamos un tiempo en recuperar resuello y pulsaciones, ni siquiera una buena noticia es capaz de borrar el miedo a una catástrofe, el mecanismo tarda en recuperar la calma.
La no-noticia circuló por Twitter como pasto seco al que le han prendido llama, y luego a las agencias de noticias, a los informativos y a una imagen lejana de lo que parecía un avión flotando en el mar, recordaba al avión de American Airlines que amerizó en aguas del río Hudson sin víctimas. Alguien se equivocó y luego los medios nos encargamos de que todo fuera más confuso porque contribuimos al esparcimiento del error básicamente llevados por la falsa idea de que dar el primero la noticia es el éxito cuando desde siempre las noticias hay que darlas bien, mucho más sencillo. La diferencia entre una redacción y un cuartel de bomberos es muy poca pero al menos los bomberos se ponen todo el equipo antes de salir a apagar el incendio.
Cuando mas tarde alguien acercó la imagen se pudo ver que no había tal avión por mucho que se difundiera el equívoco a los cuatro vientos. Siempre es necesario tener un Sancho Panza a mano que nos recuerde que no son gigantes si no molinos de viento, en este caso eran barcos y no aviones. Esa sencilla advertencia de un fiel escudero hubiera evitado poner en marcha el mecanismo de rescate que se activa cuando se ponen en marcha los protocolos del 112.
El Quijote salió magullado tras clavar la lanza en un aspa del molino que lo tiró de Rocinante dando con los huesos en el suelo, una costalada literaria que ha pasado a la Historia con toda justicia. Pues con igual estruendo de ferretería, (Don Quijote se vestía de chatarra para acometer sus planes justicieros), se la pegaron los medios que iban tras un avión que no fue. Cosas del directo dicen en televisión pero cosas que se podrían mejorar porque parece que vivimos en la sociedad de las urgencias donde si no salta una alarma cada diez minutos nos quedamos sordos.
Esta prisa por ir tras la verdad nos aparta de lo cierto pero intoxicados por el virus de la primicia vamos de susto en susto como el que se lanza por un tobogán lleno de tachuelas. Siempre fue bueno escuchar la voz de Sancho que era sabio porque miraba con ojos templados a la vida desde la altura de un burro.
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