(“COLPISA“/VOCENTO, martes 18 de marzo 2014)
En algún lugar secreto de la sierra de Madrid, escondido en un pinar inaccesible, el PSOE tiene un almacén dónde guarda los artilugios e inventos de la época de Zapatero, todos juntos le dan a la nave un aspecto de chatarrería surrealista. Allí están los planos de la Alianza de las Civilizaciones, un luminoso con la palabra “crisis” que no funciona, las canastas de baloncesto de Moncloa, también la foto junto a Obama que tanto costó hacer y varias copias de la película “Buenas noches, y buena suerte”. Lo más llamativo son las cápsulas espaciales en las que Zapatero lanzó algunos de sus proyectos más tronados: la candidatura de Miguel Sebastián a la alcaldía de Madrid, las clases de economía con Jordi Sevilla, o el cohete en el que subió a Solbes para que se uniera a la segunda legislatura.
Ahora, y gracias a las elecciones europeas, sabemos que en el último sputnik de Zapatero va subida Elena Valenciano. Alguien debió entrar en el almacén, le quitó el polvo a la nave y se la llevó a Rubalcaba a Ferraz donde creyeron que sería una buena idea repetir con Elena Valenciano lo que los soviéticos hicieron con Valentina Tereshkova. Tardaron poco en convencerla. Día a día comprobamos la órbita de su vuelo y, por desgracia, también los efectos que afectan al cuerpo humano expuesto a largos periodos de ingravidez. Sólo desde ese punto de vista se puede entender el gran despiste que tiene Elena Valenciano y que le lleva a decir cosas extrañas que espantan a sus posibles votantes cuando sentencia que a la izquierda del PSOE hay una “cuevita” en la que se está bien pero que no da votos. Elena Valenciano no ha estado nunca entre las pensadoras europeas del socialismo pero debería conocer la raíz de su partido y tener claro a quién se dirige. La expresión “cuevita” no se le hubiera ocurrido ni a Carlos Floriano. Que tenga cuidado por si sale de la cueva un oso que le gruña, mejor que no se entere Alfonso Guerra que es el último que sabía que puño levantar cuando todavía se iba a Rodiezmo.
En el PP siguen con asombro la trayectoria de Valenciano-Tereshkova y parece que optan por dejarle hablar para que también les haga la campaña a ellos. Si el domingo fue la ocurrencia de la “cuevita”, (Platón nos habló del mito de la cueva pero eso es otra cosa), en unos días puede crear nuevas metáforas perversas que alejen más su órbita de la tierra, de los terráqueos, de sus votantes. En el PP no creen que haya que lanzar sputniks para llegar a Bruselas, no parece necesario entrar y salir de la atmósfera cuando en avión se puede llegar desde Madrid en apenas dos horas y con suerte te dan una bolsa de almendritas para distraerte.
Veremos cómo acaba el Proyecto Valenciano, si sale mal que no espere a una nutrida delegación aguardando su regreso, acabará en el almacén junto a una cafetera herrumbrosa llena de hongos. No habrá paseo en descapotable por las grandes avenidas de Moscú.
Compartir:
Etiquetas: Alfonso Guerra, Carlos Floriano, Elena Valenciano, Rubalcaba