(“EL BOLETIN“, miércoles 29 de enero 2014)
No hay mejor lugar para un duelo a la antigua que una buena niebla, un río cerca y relinchos de caballos procedentes de un bosque. En esta época del año Valladolid es el sitio perfecto para retarse a un duelo castellano, nadie mejor que Aznar lo sabe y por eso se ha buscado un viaje internacional que le lleva hasta la remota Filipinas para evitar enfrentarse a Rajoy, (aunque le deja el guante en el suelo para que lo recoja).
El encuentro del PP de este fin de semana tiene que ser de confeti y música triunfal para narrar los logros económicos pero las ausencias se notan por encima de las presencias: Mayor Oreja, Vidal Quadras, Aznar y ya veremos si alguno más se baja del tiovivo montado para mayor gloria del presidente. Pero no hay nada que temer porque en un congreso de aplaudidores el que tienen el volumen del sonido es el que manda, y en este caso es el aparato de Génova que no va a dejar que les amarguen la convención por cuatro cositas y un Bárcenas suelto. Ya lo dice Villalobos: aquí no pasa nada y a Aznar lo tienen ya muy escuchado, pues eso, a otra cosa mariposa.
Lo único que puede estropear el ambiente es que Sémper entre al trapo de las acusaciones de María San Gil, tal y como ha hecho, y se monten algaradas en los grupillos que toman café. Sémper debería temer no tanto la reacción de San Gil que ya no está en el PP si no la respuesta que le puede dar desde dentro Esperanza Aguirre y que le puede dejar los pelos electrizados durante una buena temporada.
Todo queda en manos del encargado de la pirotecnia, aquel que esté al frente del espectáculo de la convención y que deberá activar los cañones con papelitos recortados en el momento de la entrada triunfal de Rajoy en el pabellón, un hombre de reflejos que anime el pasacalles de gigantes y cabezudos y que de paso le quite unos decibelios a Borja Sémper que amenaza con montar un cisma que por otra parte tiene muchos frentes.
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