Neocursis de la ciclogénesis

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 29 de diciembre 2013)

Ya los tengo localizados aunque no tienen por qué ser necesariamente de la misma especie, por un lado están los neocursis de fogón que son los que opinan de gastronomía como si hubieran sido ayudantes del chef en el Maxim´s de París, y por otro tenemos a los neocursis de la ciclogénesis que pontifican acerca del tiempo. Si ambas circunstancias concurren en una misma persona entonces es para pedir asilo en la casa de Justin Bieber.
El plasta de la ciclogénesis sale de casa después de haber consultado todo tipo de páginas en internet y de estar al corriente de los vientos que se aproximan por el océano atlántico, no se conforma con mirar al gallo-barómetro como hacían sus padres, él tiene que formarse una opinión para debatir en el trabajo con cualquiera que ose dudar del cambio climático. Y como no le basta el concepto de temporal, o de borrasca, que hemos usado toda la vida lo que hace es abrazar la “ciclogénesis explosiva” con verdadera ansia. Y de ahí no lo baja nadie porque para eso es un auténtico “neocursi”. Lo peor, sin duda, es que sea de la familia y te toque cerca en alguno de los encuentros de la entrañable Navidad: tienen controlado el tiempo que va a hacer en los próximos quince días en cualquier punto del planeta aunque precisan que la meteorología no se puede calcular con exactitud con mas de veinticuatro horas de adelanto. Y, por supuesto, sabe mas que el presentador de la tele al que acusan de responder a intereses comerciales: “este tío no dice nada de que va a llover en Cantabria porque lo tienen comprado”. Pobre de aquel que ose comentar en el ascensor que hace frío porque será acribillado con todo tipo de historias acerca de las corrientes que bajan del Polo Norte y recorren Europa; y si el interlocutor se aleja él seguirá hablando mientras retiene la puerta para que no se cierre.
El neocursi de la ciclogénesis hace suyas las teorías conspiratorias y cree a pies juntillas que el Pentágono envía aviones que provocan lluvia, granizo o echan a perder cosechas para colocar las hortalizas americanas en mejores condiciones en el mercado. También cree que los marcianos dominan el tránsito de las nubes y esperan usarlas para congelar la tierra y venir a colonizarnos un domingo por la mañana, (pongamos por ejemplo).
Si se encuentra con uno de ellos procure no llevarle la contraria porque tienen escaso sentido del humor. Lo suyo es ponerle en contacto con otro igual para que entre sí diserten acerca de las mareas y el flujo de la Luna. No son especialmente peligrosos, no se conoce que hayan herido a nadie pero son un rato plastas y sólo viven para calcular la sombra que deja la marmota Phil al salir de su escondite.

Compartir:

Deja una respuesta

*