(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 22 de diciembre 2013)
A estas alturas del calendario en las redacciones se trabaja en resúmenes de los doce meses que hemos vivido, una costumbre que conlleva una exhaustiva labor de documentación que suele estar premiada con la atención de los lectores, por eso los resúmenes se cuidan y se les da un trato de material de alto interés. Es fácil imaginar la desazón del redactor que estos días busca “lo mejor del año”, ¿Qué ha sido lo mas destacable?, entre malas noticias relacionadas con la crisis y pésimas informaciones relacionadas con la política no hay quién rescate un fragmento de alegría.
En realidad el repaso del año son las encuestas del CIS que sirven de indicador de la situación española a cada momento, es la foto fija, el espejo de nuestros sueños y vanidades. Las encuestas nos dicen que la corrupción institucional aleja a los ciudadanos de los políticos que votan, y también de la jefatura del Estado que pasa por sus horas mas bajas. Es difícil pensar en lo mejor del año cuando aquellas personas destinadas a dar ejemplo se pasean con impunidad por la galería de la corrupción.
Cuando el PP ganó las pasadas elecciones, hace dos años, hizo bandera de la regeneración y la trasparencia; ahí tienen al juez Ruz entrando de madrugada en la sede de Génova porque sospecha que no le han entregado toda la documentación que había pedido. Otro tanto se podría decir del sindicato UGT cuyas sedes en Sevilla, y Córdoba, han sido registradas para buscar las causas por las que se desviaron ayudas para cursos de formación que acabaron en juergas flamencas con bandejas de langostinos que iban tan llenas que rozaban la pornografía gastronómica.
¿Qué pensarán nuestros prebostes, o el mismo rey Juan Carlos, cuando tengan que leer el discurso que les han escrito?, para empezar si tuvieran algo de decencia deberían ser ellos los que trabajaran sus textos, al menos algo de sinceridad aunque perdamos vistosas metáforas por el camino. ¿Quién está capacitado, ahora mismo, para dar lecciones de moralidad a un pueblo realmente desmoralizado porque los ejemplos que tiene cerca son demoledores? La distancia entre ciudadanía y representantes públicos es abismal, alguien tendría que pensar cómo hemos llegado hasta aquí y por qué hemos dejado que unos pocos jueguen con el concepto democracia que tanto ha costado instalar.
Han sido doce meses simulados y en diferido, los del reto de Mas, los de recortes en Sanidad. Meses en los que se rompió la bolsa de pus de Valencia y reventó el ERE en Andalucía, los días de Blesa y Bárcenas. Lo mejor del año hay que encontrarlo en la letra pequeña, en la solidaridad doméstica, en esos héroes anónimos que ayudan a otros sin salir en la foto. Menos mal que existen.
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