(“EL BOLETIN“, miércoles 4 de diciembre 2013)
No puede morirse alguien tan lleno de vida, debería estar prohibido que personas como Fernando Argenta dejaran este mundo sin llegar a la condición de anciantos venerables. No he conocido a nadie tan apasionado por la radio, la música y la conversación como él. Recuerdo una tarde magnífica en su casa cuando me enseñó la guitarra eléctrica de sus años de popero español con “Mickey y los Tonys”.
Fernando Argenta era además un guasón sin fronteras que a todo le sacaba punta y con el que podías estar charlando años y siglos. Su labor al frente de “Clásicos Populares”, en RNE, ha sido de lo mejor que ha dado la radio española. Parecía imposible acercar a los clásicos y lo consiguió de manera notable, aún recuerdo la hilarante sección de “Si lo llego a saber compone su padre” que dedicaba a los autores que fracasaron, y también aquella otra de “Vida erótica de Félix Mendelssohn” que además de componer le daba a la muy bien a la batuta en su doble sentido.
Su paso por TVE con el “Conciertazo” le dio la fama pero también le quitó intimidad porque la gente le reconocía por la calle, y él era de los que creía que a los de la radio no se les debería poner cara nunca. En la tele dio unos registros de showman que fueron muy divertidos, como siempre volcado en la divulgación de la cultura musical, algo que en España es tan escaso como la honradez, la inocencia o la verdad. Si hacía falta se ponía una peluca, o disfrazaba a un grupo de niños, cualquier cosa con tal de disfrutar de los clásicos al alcance de la mano.
Siempre a su bola, siempre sacándole partido a la vida, Fernando Argenta se ha muerto porque habrá pensado que todo tiene un final, ocurre hasta en los mejores pentagramas. Ahora que no nos escucha no entiendo por qué no siguió colaborando en otras emisoras de radio cuando en la pública le dieron carta de jubilado, igual sería porque no encontró tiempo. De hecho no he conocido a nadie tan feliz como era Fernando Argenta; sin duda tendría preocupaciones como todo el mundo pero entre sus discos y sus recuerdos construyó un mundo particular digno de ser continuado.
Siempre fue un tipo genial, espero que en el cielo se encuentre con los músicos que tanto amó, entre ellos su padre Ataulfo Argenta. No somos un país de homenajes, mas bien de puñaladas en los ijares, y la memoria es frágil cuando se trata de recordar a los radiofonistas. En gloria esté Fernando, la misma que deja en la tierra dónde le recordamos con cariño hasta los que no distinguimos la clave de sol de una navaja suiza.
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Etiquetas: Fernando Argenta, RNE