(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 22 de septiembre 2013)
La curiosidad es la base de todo, también la oportunidad de estar en el sitio adecuado y tener la capacidad de transmitir lo que has visto de la mejor manera posible; esas son las bases del buen reportero. Con seis años no sabía quién era Kapsucinsky, acababa de llegar a Madrid con mis padres para visitar a mi hermano Julián ingresado por una neumonía en el Hospital “Virgen de Loreto”. Un día de aquellos rutinarios de hospital, a primeros de febrero de 1968, mi madre dijo: “acompáñame porque ha nacido el hijo de la princesa Sofía, vamos a ve cómo sale a la calle”. En el hall hacían cola junto a un ascensor un reducido grupo de personas, al cabo de un rato se abrió la puerta y salió la princesa con un niño en brazos. El pequeño grupo aplaudió, salvo mi madre y yo que miramos la escena: “es muy guapo el niño”, dijo mi madre. Acababa de ver al quién luego sería Príncipe Felipe en su primer acto público.
Años mas tarde jugaba en casa de mi amigo Javier Martorell, en el barrio de Moncloa, y me propuso que bajáramos a la calle a ver pasar la comitiva fúnebre con el ataúd de Franco. Nos pusimos en una acera llena de gente vestida de negro o con camisa azul falangista. A medida que llegaba el cortejo el tono fue subiendo y las voces de “¡Franco, Franco!” atronaban como goles en un estadio de fútbol. Unas voces que volví a escuchar en La Castellana meses mas tarde tras la conclusión a un desfile. Gritaban contra el recién nombrado rey porque según ellos había traicionado “al régimen”, las voces eran descomunales y los insultos de tono mayor. Recuerdo como la reina no cambió el gesto, saludaba desde el coche mientras arreciaba la bronca al mas puro tono futbolero, no estaba dispuesta a dejar a su marido y a esconderse de la masa cerril. Ese gesto de complicidad y de cariño con el rey lo he vuelto a ver esta semana cuando le dio un beso en la puerta de La Zarzuela mientras esperaban la llegada de los reyes de Holanda.
La reina ha tenido motivos suficientes para mandar al rey a Botswana a hacer “corinnas” pero ha aguantado el tirón mejor que nadie. El rey está cascado, (si fuera sioux en lugar de Borbón), sería “Gran Jefe Cadera Rota”, su salud es incompatible con su función y tiene la ocasión ideal para abdicar en su hijo. Aferrarse a lo contrario es cerril y dañino para su recuperación clínica. Siendo Príncipe ejerció de Jefe de Estado debido a la enfermedad de Franco, viajó al Sahara para conocer el estado de La Marcha Verde. Esa experiencia le valdría para tomar la decisión de retirarse a tiempo.
La gran suerte del rey es tener cerca a doña Sofía una vez mas a su lado mientras suenan voces poco amables con él.
Compartir:
Etiquetas: Franco., Juan Carlos, Príncipe Felipe, Princesa Sofía