Para él los jugadores eran unos necios, el árbitro un comprado y el entrenador un sordo.
Ã?l gritaba porque se habÃa comprado una entrada con derecho a bronca. Me giré pero no me vio porque él sólo tenÃa ojos para el odio. En realidad debajo de su asiento habÃa un cable de tierra y por ahà se le escapaba el resto verde de un odio macerado. En casa nadie le echarÃa de menos, atrás habÃa dejado cuarenta problemas, quizá viviera sólo y fuera un mal vecino, o tal vez se tratara de un prohombre de las letras.
Yo vi como de su boca salÃan sapos y culebras. Animales vivos que arrojaba como un faquir se saca los pañuelos del esófago.
No sé cómo estará hoy, sólo recuerdo que gritaba, gritaba y gritaba. Igual que un lobo aúlla, igual que una pesadilla que no termina nunca. La entrada le habrÃa costado 75 euros, el gorro 20, la cerveza 2, y para todo lo demás usaba su odio de Master Card.
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¡Cómo se nota que no te gusta el fútbol! Más allá de una concentración de masas, amorfas, borreguiles, también hay terapia, de grupo e individual. Exacerba pasiones, libera traumas, hace amigos, vale como tema de conversación universal -recuerdo salir de un entuerto en el Brasil de los 90 sólo con mencionar la palabra “Bebeto”- y, como las mujeres, es argumento inexcusable en cualquier tertulia.
Si esa tribuna baja cuesta 75, el gritón no es un desharrapado y puede que llegue a fÃn de més. He visto brokers de la City londinense (sÃ, los del bombÃn y traje negro impoluto) en estado de trance en Highbury (antiguo templo del Arsenal).
Cada español, es un tópico, lleva un LuÃs Aragonés dentro, conoce el reglamento balompédico como nadie y chuta los esféricos primorosamente. Somos asÃ, qué le vamos a hacer, con o sin Master Card.
Vale, sÃ. Pero lo gracioso es que estos forofos (entre los que algunas veces me incluyo) en el descanso sacan (sacamos) el bocata, nos los comemos tan ricamente mientras charlamos con los vecinos de asiento y nos preocupamos por la salud de su suegra, y los estudios de los hijos, y luego, cuando vuelven los jugadores al campo, nos ponemos otra vez de pie: “Cabrones, golfos, hijos de…”. Y cuando acaba el partido nos deseamos buenas noches
Carlos: supongo que no serÃa un desarrapado porque no iba mal vestido, por fuera. Por dentro me parecÃa un gañán. Quizá por eso no me gusta el fútbol, pero ni un poco, o menos que nada.
Miguel: es la definición más divertida que me he encontrado del público que va al fútbol. Están muy bien “pintados”. Y es genial ese “buenas noches” tan ceremonioso.
Hay una idea extendida de que el fúlbol les sirve a algunos para desfogarse, de que cagarse en la madre que parió al árbritro o tirarle el bocata chorizo al entrenador evita incluso comprotamientos violentos en otros ámbitos de la vida. Está demostrado que no es asÃ, todo el mundo sabe lo que engendra la violencia, es como el comer o el follar, cuanto más se hace, más ganas se tienen.
Por supuesto no todos los futboleros son asÃ, ni siquiera a los que se les escapan unos insultos controlados…
Cómo se nota que era un tipo de nuestro tiempo… supongo que adquirirÃa las entradas junto con las papelas para votar.
(Yo descubrà que no me gustaba el fútbol cuando de pequeño y con un pase, se me colaban todos los goles, sin que me enterase)… (Dejé el pase, claro).
La gente anda “quemada” aunque aparentemente no lo parezca y te de una imagen de cordialidad de manual aprendida y más falsa “que el alma de Judas”. Y esto se ve en la forma que reaccionan ante un hecho sencillo y sin malicia. Me estremece que la gente corriente, el vecino de al lado, tu amigo, sea capaz de acumular tanto odio de una sola vez. La Navidad une familias pero también las enfrenta de manera brutal. ¡Cúanta tensión, rabia y frustración sale a flote después de brindar y comer hasta hartar..!Por lo menos el fútbol resulta ser una catarsis liberadora, una vÃa de escape fundamental para que no nos vayamos pegando tiros por la calle….lo malo es cuando no sabemos qué hacer con ella. Me pregunto por qué seguimos cumpliendo ritos aun a sabiendas que van a salir mal…
Victoria
Bárbara: como no me gusta el fútbol no puedo opinar de sexo, a estos niveles hemos llegado. Pero todo lo que sea desfogarse, que viene de fuego, me parece una gran idea tirando a magnÃfica idea. A ver si por un corner mal sacado nos prendemos por dentro. Atención.
Muy Señores MÃos: es mejor darle el pase a las cosas que no nos gustan porque, aún cuando saquemos increÃbles réditos de las pelotas, (con perdón), nunca seremos felices si no nos gusta dar patadas. Además, eso de correr tras un balón lo veo bastante infantil, muy de playa en agosto.
Victoria: si cerraran los estadios de fútbol entonces la gente muy quemada no dejarÃa de incordiar. En cambio ya sabemos que una vez a la semana puedes dejar a tu “cabreado” cerca del estadio y él solito irá a echar fuego por la boca. Luego volverá y querrá que alguien le haga la cena. Pierdan o ganen. Es su carácter.
En fin, resultado del partido hasta el momento: 3-2. Porque el ‘referee’ Rafa no tiene voto de calidad, sólo pone la pelota y los demás chutamos.
Panem et circensis, toros y fútbol. Al género humano le gusta jugar o, al menos, ver cómo otros lo hacen, desde la noche de los tiempos.
Te veo pelÃn paternalista Rafael. ¿Como es eso de que dejas al cabreado al lado del estadio y luego se le hace la cena?. Te aseguro que en el campo que estuviste el otro dia, y que como sabes frecuento mas de lo que deberÃa, también van un rato de cabreadas. Incluso tremendamente cabreadas a tenor de las voces, insultos y demas aspavientos propios del conjunto del “ganao” que vamos por allÃ, independientemente del género de cada cual. Lo reconozco, algunas conversaciones sobre el futbol con respecto a la inteligencia, el género, el adocenamiento social, etc, etc, etc, las dejé hace ya muchos años. Efectivamente yo también me autoinculpo de acordarme en repetidas ocasiones durante demasiados años de la familia Gil, del bienpeinao amigo de Esperanza, del enésimo timo a la afición atlética, de Aguirre y de una prima segunda suya. Pues aunque alguien pueda hacer un tratado psicológico al respecto sobre la alteración de la personalidad, del ying y el yang, o de cualquier otro tratado mental tan cientÃfico como el de los observadores de los comportamientos futbolÃsticos, o como los que son seguidores de los latiguillos y frases hechas tan del tenor como el entrenador que todos llevamos dentro, seguiré siendo un atlético que entiende que los cenutrios se manifiestan todos los dÃas con lo que pueden, y que el fútbol es tan valido para eso como una columna en un periódico o un programa diario de radio.
Rafael seguiré siendo del Atleti sin complejos, como la amiga de Cerezo, que no es del Atleti, me cabrearé, se que nunca seré seleccionador, pero me encuentro tan en condiciones de no verme como un “borrego” que consume opio del pueblo, como cualquier filósofo que nunca ve la tele pero siempre está ardiendo. AUPA ATLETI
Goyo: enorme como siempre. Si esto lo sueltas en la Asamblea de Madrid te juro que te aplaudo hasta que me eche el ujier por alterar el orden. AUPA Atleti siempre, y aupa la gente como tú.
Es verdad, quizá seamos del Atleti porque no podemos ser otra cosa.
Pero garrulos los hay a pie de la M-30 y junto a La Castellana.
Rafael, un Aupa por tÃ. ¡Qué manera más elegante, inteligente y mordaz de encajar el….golpe! Nos das continuas lecciones sin proponértelo…Victoria
Victoria: lecciones ninguna, al revés que uno ha venido a este mundo a aprender. Y cuando un amigo como Gregorio Gordo me hace entrar en razón no me queda otro remedio que asumirlo. Goyo es uno de los polÃticos con más valÃa que conozco, y además cuento con su amistad.