Llega un momento en el que una mano piadosa envuelve a las figuritas del Belén.
Y hasta que vuelva diciembre a rascar en el calendario.
Puede suceder que algunas desaparezcan para siempre, o que algún romano se pase a la causa pacifista y se haga pastorcillo tras romper, ¡por fÃn!, una lanza en favor de la paz.
No nacà palestino pero también me envuelvo en los periódicos de enero para luego sacar la cabeza algún dÃa de estos, en alguna estanterÃa. No sé si estaremos todos juntos el año que viene: Herodes, patos, rÃos de papel de plata y yo. Y si esta Palestina de hoy se parecerá a la del año que viene.
Ahora me recojo, me envuelvo, me empaqueto y empiezo a echar en falta esta vida de figurita del Belén. Quizá sea nostalgia del mazapán o del ruido de los niños cuando están de vacaciones. Por si acaso he dejado una pista de serrÃn que lleva a ninguna parte.
Este portal tan sin nadie, estos peces que ya no beben en el rÃo y esa estrella cansada de brillar para los lobos.
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La estrella de David ‘malguió’ a los de la diáspora, allá por el 47, mil novecientos D.C., ONU mediante, a establecer un ¿oasis? en medio de un erial.
El ‘hacedor’ de este belén está en Washington. Fabricó las figuras de los pastores y de los mulos. Pero, hete aquà que éstos desviaron su camino, pintando de rojo un rÃo que era de plata y de negro un camino de serrÃn. Rojo como el mar de sanguinolento nombre y negro como el carbón real.
Pues eso es la nostalgia, ir inventarienado todo lo que uno se perderá cuando se vaya, aun sin haberse ido. Y echar de menos precisamente lo que más se odiaba. Pista de serrÃn a…ninguna parte! mi lugar preferido… Nos veremos por allà pues.
Carlos: si el conflicto de Israel con Gaza se pudiera guardar tan fácil como un belén, serÃa estupendo pero me temo que nos va a costar un trabajo mayor.
Bárbara: los que tenemos serrÃn en la cabeza vamos dejando pistas de nosotros mismos casi sin querer. Nos pasa como al pirata que tenÃa la pata de palo con carcoma, por culpa de esos bichitos le encontraban siempre por los bares del puerto.
Por allà nos vemos, supongo.
No me gusta ser nostálgica porque eso implica sufrimiento y cuanto menos suframos mejor. Pero lo que si soy absolutamente es realista y lo que está pasando en Gaza/Palestina es para que nos lo tomemos en serio porque, todos, de alguna manera, somos responsables de lo que ocurre allÃ. No se peca sólo por hacer algo malo, también se peca por dejar de hacer algo bueno. ¿Qué podrÃamos hacer para frenar lo que está pasando? Me pregunto si el ciudadano de a pie se hace esta pregunta o, quizá, lo único que le preocupa es salir a gastar en las rebajas, muy anunciadas, lo poco que nos ha quedado de las navidades. Consumo y más consumo…
Victoria.
¡Cu-cu… tras!: asÃ, tapándonos la cara y volviéndola a destapar en el último “tras”, conseguimos la sonrisa del bebé. Sabemos que no va a pasar, pero todos los años deseamos que todos los romanos hayan dejado su lanza cuando, al año siguiente pronunciemos el “tras” de nuevo. No perdemos nada con volverlo a desear una vez más.
Bárbara: “bárbara” definición de la nostalgia. Hoy me decÃa un amigo que la soledad no es el miedo a estar sólo sino el miedo a no tener a nadie cerca. Nostalgia de mazapán le podemos llamar.
Victoria: hay que ver la mala punterÃa que tienen algunas estrellas y también la vocación por permanecer en el error de algunos pueblos. Todo es tan incierto como explosivo. El consumo libera, no sé de qué pero sin las rebajas la gente no caminarÃa tan deprisa por las aceras.
Muy Señores MÃos: eso es… ¡cucú! y luego que alguien nos responda al otro lado. Imaginemos que ese alguien viene en son de paz y entonces se acaba el conflicto en Palestina. Con eso me conformo.
Sea