Y un cuerno

(“ABC“/MADRID martes 20 de agosto 2013)

Algo no encaja en esta desavenencia de última hora del alcalde de Leganés con la empresa que explota la Plaza de Toros. Lo que se ve pudiera ser lo que no es lo que parece, quizá no sea tan sencillo como un incumplimiento del pliego de condiciones y tal vez tampoco sea algo tan drástico como dejar a los vecinos sin el tradicional encierro. Las tiranteces entre empresario y Ayuntamiento no comienzan de un día para otro, por lo tanto no vale que el alcalde se haga la doncella mancillada cuando llega el primer día de los encierros. Si es cierto, como dicen desde el Ayuntamiento que el empresario pide una soldada extra por abrir las puertas de la Plaza, habría que preguntarse cuándo y de qué manera comenzó lo que podemos considerar una mordida.
Si en Pamplona sería inimaginable que minutos antes del primer encierro el empresario cerrara la Plaza, en Leganés igual. Esas desavenencias no son producto del calentón de una noche de verano y caso de haber actuado con tiempo se le podría haber buscado un remedio que no fuera la promesa de que no volverá a suceder el año que viene. Póngase el alcalde en la piel de vecinos y visitantes que en lugar de correr toros por las calles llevan días desayunando decepción con churros. Ya de paso podrían estudiar quienes forman la comisión municipal que aceptaron la oferta que les hizo el actual gestor de la Cubierta y empezar por ahí a depurar responsabilidades.
En otro caso se podría pensar que estamos ante un enfado con algo de teatro que sirve para ahorrar unos euros en las fiestas, legítimo argumento pero que también debería ser explicado. Tiene una excelente ocasión el alcalde para donar lo que iba a gastarse en los encierros a una obra social, entonces sería la fiesta completa para mucha gente. Lo demás son peleas poco claras que pagan los vecinos sin estar metidos en la pomada de un asunto que huele a cuerno quemado.

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